Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Luis Prats

Opinión

Luis Prats

Profesionales

Estamentos federativos y ciertos despistados en el mundo del fútbol siguen mareando la perdiz dudando de la profesionalidad de los jugadores de Segunda B o Tercera División. No hablamos de la acepción que define su entrega o seriedad en el ejercicio de su labor, jugar al balompié, sino de su modus vivendi, su manera de ganarse la vida, de mantener una familia. Hay quien confunde, en unas categorías sin definir, el considerando modesto con la definición de profesional, que no es otro que intentar vivir de su oficio o trabajo. En los jugadores de fútbol está meridianamente claro que su trabajo no es otro que practicar este bello deporte a cambio de unos emolumentos pactados en un contrato. A partir de ahí, las cantidades, modestas o menos, a cobrar dependerán de la firma a pie de página de ambas partes, siempre que no se incumpla la legislación vigente.

Por tanto, dentro de las modestas ganancias de la mayoría de los jugadores de la maldita Segunda B, comparándolas con sus compañeros de Segunda y Primera y no digamos con las estrellas de los equipos de primer nivel (Neymar, del PSG, que cobra más que toda la plantilla del Atalanta, con los que se enfrentó en Champions, es un ejemplo clarificador), no hay duda de que aquellos, los modestos, necesitan perentoriamente volver a los terrenos de juego para poder subsistir en medio de esta crisis pandémica y económica tan lacerante para la sociedad española.

No cabe retrasar a enero, como se difundió por los mentideros futbolísticos a modo de globo sonda, el inicio de la competición, de lo contrario muchas de las familias que dependen del sueldo que a final de mes llevan a casa van a sentir en sus carnes lo que es ponerse a la cola de organizaciones caritativas para poder subsistir. El fútbol modesto no puede demorarse más de lo previsto, a no ser por una causa de fuerza mayor, sanitariamente hablando.

Las economías domésticas de los jugadores y la estabilidad social e institucional de los clubes que componen estas categorías así lo demandan. La supervivencia de muchas entidades dependen de decisiones que se toman en despachos demasiadas veces ajenos a la realidad del día a día de estos clubes modestos, y no tanto que han caído en estas categorías por errores propios y/o por un amargo destino. Seguramente estaremos hablando de en torno a 8 o 9.000 jugadores, a los que habría que añadir el resto de los trabajadores de cada entidad, tanto en el ámbito deportivo como administrativo o de servicios, que aumentaría la cifra notablemente.

Con urgencia, Rubiales, al igual que las territoriales y la AFE, ha de poner a disposición de este fútbol modesto todo su esfuerzo, trabajo y medios, sobre todo económicos, para que sea una realidad el inicio de las competiciones oficiales a finales de septiembre, si el bicho maldito y la autoridad competente lo permiten. El futuro de muchas personas y entidades dependen de ellos, no se pueden demorar más los entrenamientos y el ajuste de las diferentes plantillas.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats