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Luis M. Alonso

El doble rasero

Los escándalos financieros de los partidos salen a la luz porque siempre asoma alguien desde dentro dispuesto a cantar la traviata. En la Filesa del PSOE fue aquel contable chileno despedido; la trama "Gürtel", que provocó la caída de Rajoy, la denunció un exconcejal del PP, y la caja "B" de Podemos comparece ante el juez gracias a un abogado que el propio partido laminó para que no destapase las supuestas irregularidades de la financiación interna.

Podemos ha tardado menos que otros en acomodarse a los peores vicios de la casta que tanto denunció para ganar la confianza de un electorado iluso que creyó que venía a regenerar el sistema. No sólo no lo ha regenerado, sino que ha contribuido a emponzoñarlo cada día que pasa haciendo de la política un espacio de confrontación donde uno de los lemas consiste en presumir de aquello de lo que se carece y en practicar la medida del doble rasero. Iglesias instigó a los españoles contra los políticos que se compraban un chalet y cuando tuvo la oportunidad hizo lo propio disparando contra su propia conciencia; se refirió a los escraches como un "jarabe democrático" hasta que él mismo probó la medicina. Por no hablar de las clases de éticas impartidas como consecuencia de la financiación ajena.

Es como cuando el presidente del Gobierno pretende dar lecciones de ejemplaridad pidiendo transparencia a las instituciones para robustecer el sistema y no se acuerda de la estela de trampantojos y mentiras que ha dejado tras de sí en la gestión del covid-19, aún no se sabe lo que pasó en el "caso Delcy" y todavía colea la falsificación de su tesis doctoral, por citar tan solo unos ejemplos. Es necesario dignificar la política para hacer de ella un instrumento útil y creíble al servicio del ciudadano. Sin embargo, este deseo que cualquiera estaría dispuesto a abrazar claudica cuando quienes tienen que predicar con el ejemplo se dedican a todo lo contrario, dilapidando ellos mismos la ejemplaridad con retórica fraudulenta. Ahora es cuando Podemos está empezando a ser víctima de su discurso populista.

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