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Apuntes

Pere Rostoll

Al PSOE se le terminó el juancarlismo

Llevo cubriendo congresos del PSOE y también del PSPV desde hace dos décadas. Los he visto de todos los colores. De confrontación, de gran tensión, de aclamación, con madrugadas agotadoras y hasta con una manifestación de delegados por los pasillos... Pero en todos, absolutamente en todos, se ha repetido siempre una cosa: la clásica enmienda a la ponencia ideológica con la dicotomía entre Monarquía y República. Uno de los grandes debates sin resolver del socialismo en España. Normalmente, esa enmienda, presentada por algún delegado descontrolado o por Juventudes Socialistas, conectaba con el sentir republicano de la gran mayoría de la militancia pero tenía un recorrido limitado. Cuando la nueva dirección tomaba el mando, solicitaba su retirada o pactaba una redacción de compromiso ratificando los valores republicanos del PSOE pero dentro del sistema monárquico que marca la Constitución. «No es el momento», despachaban la cuestión en la cúpula socialista. La Transición convirtió a España en pragmática. No era monárquica. Aceptó el juancarlismo como una fórmula de estabilidad institucional. A eso se aferraba el PSOE. El triste epílogo de Juan Carlos I, sin embargo, consuma la traición del emérito a la ciudadanía que le otorgó su confianza. Eso no significa que mañana en España vaya a proclamarse una República. Pero sí que se abre un periodo de deterioro monárquico con un debate político que genera un espacio electoral. Al PSOE ya se le terminó el juancarlismo. Y muchos de sus afiliados o cargos públicos ya piensan que el momento ha llegado.

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