José Ángel Núñez, jefe de la sección de Climatología de AEMET en la Comunidad Valenciana y pieza básica en el funcionamiento de la Delegación Territorial por el rigor, constancia y seriedad de su trabajo, nos regaló hace unas semanas un artículo documentado sobre el aumento muy notable de las noches «tropicales» y «ecuatoriales» en la Comunidad Valenciana que puede consultarse en el blog de la Agencia Estatal. Porque, en efecto, el titular ya no son las noches «tropicales» sino las «ecuatoriales», en las que se supera la barrera de los 25º C en las ciudades costeras del territorio valenciano. Y no sólo en los meses de verano, aunque en esta estación es cuando proliferan más. Su incremento importante en las últimas dos décadas está en relación, por supuesto, con el proceso de calentamiento climático de causa antrópica que experimenta nuestro planeta de forma notable desde la década de los años ochenta del pasado siglo. Pero hay un rasgo exclusivo en el litoral mediterráneo español que favorece este proceso: el calentamiento de las aguas del mar Mediterráneo frente a nuestras costas que es constante, asimismo, desde 1980. Con un mar frente a nuestras costas que registra temperaturas del agua por encima de 26º o 27º C, entre mediados de julio y finales de agosto es difícil que la temperatura del aire pueda descender mucho por las noches, a no ser que haya renovación de aire por la llegada de una masa distinta. En este contexto no es extraño que la ciudad de Valencia haya registrado 40 noches ecuatoriales de media anual en la última década o que Alicante haya anotado 22 por término medio al año en este período. Sirva como dato revelador que en los años setenta del pasado siglo, Valencia no registraba ninguna noche «ecuatorial» al año o apenas se anotaba una de media al año en Alicante... ¿Puede haber aún quien ponga en duda el calentamiento climático de causa antrópica en el que estamos inmersos y que ha venido para quedarse?
