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Jarabe antidemocrático

El acoso a los políticos forma parte del entretenimiento más macabro y soez de nuestra democracia, que consiste en impedir que respire el que no piensa igual que uno. Ni él, ni su familia. Es una práctica tan miserable como detestable. Tampoco resulta admisible cuando el acosador pretende responder al acosado aplicándole la medicina que este defendió definiéndola como "jarabe democrático". Es conocida la severa contradicción de Pablo Iglesias; probablemente lo acabe condenando como el mayor de los demagogos y de los fulleros.

Si en algo se han caracterizado hasta ahora el vicepresidente del Gobierno y su esposa, la ministra, es por hacer precisamente todo lo que repudiaron de la casta y por quejarse de lo que ellos mismos alentaron cuando la turba no les increpaba y sí, en cambio, a otros. En este caso, es verdad, están probando su "jarabe" en grandes dosis. Y, como no encuentran una manera más digna de salir del embrollo en que ellos mismos se han metido, hasta lo dramatizan más de la cuenta para poder rentabilizar políticamente su papel de víctimas.

El asedio por parte de esta demencia tribal amenazante que pierde el tiempo en acosar a los políticos o a los partidos se ha convertido en una lacra amplificada por la repercusión en los medios y en las redes sociales, un altavoz muy apropiado para este tipo de práctica incivil. Ellas por sí mismas, las redes, son un escrache permanente de la razón.

Aún así, por mucho que hayan legitimado el asedio a los demás cuando la cosa no iba con ellos, Iglesias y Montero tienen derecho a poder vivir en paz como cualquier otro sin sentirse acosados por quienes les detestan. Igual que los dirigentes de otros partidos cuando tienen que soportar por la calle los insultos del adversario y las amenazas de quienes sabotean sus actos y les llaman "fascistas". Nada de ello es nuevo, todo suena a la vieja partitura desempolvada del rencor más viejo de un país que olvida con facilidad lo que es la convivencia democrática. También forma parte de una ociosidad preocupante.

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