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Marc Llorente

Ver, oír y gritar

Marc Llorente

Debacle sin freno

Aunque Casado quite a la que ha ejercido de portavoz del Partido Popular en el Congreso, una maniobra más táctica que ideológica, ni él ni su grupo cambiarán sustancialmente. Retirar del escaparate la desmedida lengua de Cayetana Álvarez de Toledo no quiere decir que el partido no sea una especie de Vox, a pesar de que algunos populares, como el presidente gallego, Feijóo, muestren mayor capacidad y sensatez.

Al líder popular, en medio de sus problemas internos, le incomoda y desestabiliza que Abascal pudiera proponer como candidata a la exportavoz parlamentaria del PP, a la que mima con chuches, para liderar la crónica de una moción anunciada e inútil contra el Ejecutivo, con la idea de convocar nuevas elecciones. ¿Más aún? Como si no hubiese un Gobierno legítimo que lleva cuatro días, eso sí, en uno de los peores paisajes sanitarios, económicos y laborales. La investigación contra Podemos, por supuesta financiación irregular, da alas a la derecha extrema, con el fin de difamar sobre la "corrupción podemita" y de echar balones fuera de su fangoso campo, y a la extrema derecha para dar rienda suelta a sus delirios en relación con la "dictadura progre".

Si Álvarez de Toledo aceptase ir de la mano con Vox, pese a que haya sido muy crítica con ese partido y a que todo apunta que será Abascal quien ejerza de candidato en la moción, le daría otra patada en el trasero a Casado, y este se vería en la obligación de hacer algo más que atacar al (maléfico) Gobierno "social-comunista" y de no situarse "en el limbo de la política española", según advierten algunos cargos de la ejecutiva nacional. Además de seguir crispando el panorama, ¿acogerá ciertos puntos de unión, como contribuir a negociar los Presupuestos Generales? Pues no, no. El pacto presupuestario se descarta totalmente a no ser que Sánchez se incline ante las propuestas del PP. Así que viva la debacle económica por los daños colaterales de la pandemia, que galopa y corta el viento con la segunda oleada en pie de guerra.

Las medidas que hacen frente a los rebrotes, cuya responsabilidad recae ahora, principalmente, en las comunidades autónomas, no funcionan o son escasas en cuanto a control, detección y erradicación. Todos ven la paja en el ojo ajeno, no la viga en el propio. El desconfinamiento se gestó precipitadamente con el objetivo de salvar la temporada turística (que no se ha salvado) y dar luz verde a la recuperación económica, y las negligencias particulares y el exceso de confianza saltan a la vista.

Algunos jueces anulan órdenes, sin previa declaración de alarma, que prohíben fumar en la calle y que obligan al cierre del ocio nocturno o a utilizar mascarillas. Por un motivo u otro, menudas respuestas a la peliaguda situación. Urgen otras que pongan freno y marcha atrás a un tren ruinoso e imparable. O sea, que se vislumbra un nuevo estado de alarma con limitaciones en la movilidad de la población y confinamientos selectivos. Continuamos a la espera de una vacuna con un equipaje que funcione.

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