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Marc Llorente

Ver, oír y tragar

Marc Llorente

Lo que hay y la que se avecina

El nuevo curso, tanto escolar como político, se asienta sobre las arenas movedizas que en los últimos meses están en primer término. Cuando parecía que la desescalada iba a servir para hablar de la pospandemia de forma estable, resulta que volvemos a estar en pandemia y se apela, como indica el presidente Sánchez, a la "unidad de todos" en esa lucha. Es decir, que estamos casi en la casilla de salida del tablero y con más daños diariamente. Sanitarios y económicos. La incertidumbre continúa en esta historia interminable por no haber sabido hacer las cosas de un modo más eficaz, dando pasos cortos y firmes, por parte de unos y de otros, para salir mejor del pantanoso asunto.

¿Cómo se llama la serie que interpreta toda la sociedad? "La que se avecina" con los nuevos capítulos de la productora covid-19. ¡Menudo otoño caliente! Menos mal que España sí puede recuperarse y transformarse (no sabemos si el personal también), según la conferencia o puesta en escena que el presidente del Gobierno ha ofrecido, en busca de la unidad de acción, ante grandes empresas, sindicatos y colectivos sociales. Bajar el tono de crispación, prevenir la conflictividad social, que amenaza, y recabar apoyos para dar a luz nuevos Presupuestos Generales (de reconstrucción) son los objetivos. Y hacer frente a la pandemia con la aportación de cada comunidad autónoma. Con responsabilidad y sin utilizar el tirachinas sistemáticamente, por interés político.

Espinosa situación, como ven, a la que contribuye Unidas Podemos. Necesita sacar los pies del tiesto de vez en cuando, con más o menos contundencia, y desmarcarse de la estrategia de La Moncloa para que conste en acta que el grupo y los miembros del Ejecutivo de coalición siguen ahí, que no son convidados de piedra, ya que en ocasiones puede dar esa impresión. Sánchez quiere sacar los presupuestos con el mayor apoyo parlamentario posible, pero la formación morada no está dispuesta a apoyar si los socialistas pactan con Ciudadanos. "No está en el Gobierno", dicen. Y se invita a que el PSOE cuide la mayoría que sacó adelante la investidura. En primer lugar, alcanzándose un hondo acuerdo en el seno del Ejecutivo, que sea la base de negociación con el resto de fuerzas políticas. Porque la aprobación requiere mayoría absoluta.

La señora Arrimadas, sin embargo, parece que es la vicepresidenta segunda de un Gobierno de coalición con Sánchez al decir, refiriéndose a los presupuestos, que "cuanto menos le gusten a Pablo Iglesias, mejor serán para España". Podemos, que al fin y al cabo sí forma parte del Ejecutivo, no quiere lo que pueda suponer recortes ni quedar en la cuneta, y Sánchez quiere anteponer los intereses generales a los partidistas. Cada uno tiene su razón. A la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, perteneciente al núcleo de confianza de Iglesias, no le gusta excluir a nadie "y menos en pandemia".

Evidentemente, en plena crisis sanitaria, social y económica, nuestro país exige inteligencia, algunas soluciones consensuadas y una oposición constructiva. Mucho pedir sin ser mucho. Sánchez sabe resistir y quiere presionar. Dejar en paños menores a Casado y a quien ponga obstáculos en la hoja de ruta. Y si falla el plan A está el B. Elaborar un presupuesto alternativo en torno al dinero que llegue de la Unión Europea.

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