Emilio Pérez Díaz
Tras el cese de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz parlamentaria del PP muchos medios de comunicación se dedicaron a apuntar las posibles causas del mismo, esto es, que la radical verborrea de doña Cayetana difícilmente casaba con el proyectado viaje al centro del PP. De inmediato apareció Casado a desmentir tal supuesto advirtiéndonos que ellos no necesitan viajar al centro porque nunca se han movido de él, al tiempo que Cuca Gamarra, nueva portavoz, pregonaba a los cuatro vientos que con un gobierno de socialistas y comunistas el PP no tenía nada que hablar. Si esto es un viaje al centro, cuando Casado y sus compañeros han tachado de traidor, felón okupa, etcétera, al mismo presidente del Gobierno, alguien debería explicarnos a los torpes en qué consiste un viaje a los extremos. De locura.
A riesgo de que el argumento pueda ser calificado de simplista deduzco de las palabras de Cuca Gamarra que los 5.019.869 españoles que votaron al PP en las últimas elecciones nada tienen que hablar con los 9.850.178 que optaron por PSOE y Podemos, lo que puede significar un verdadero drama de incomunicación ciudadana en este país. Y si a los 9. 850.178 sumamos los de otros partidos que votaron la investidura de Sánchez, me cuesta creer que casi once millones de seres decidieran colocar en Moncloa a un felón. Y pese a esto y a cómo está el resto del patio en general, Sánchez todavía confía en la colaboración de unos y de otros para la aprobación de nuevos presupuestos. La moral del alcoyano es una broma comparada con la de este señor.