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Luis Prats

Ni imaginarlo quiero

Llevo la friolera de seis meses sin tomar la cerveza de los viernes con mis amigos, costumbre que adquirimos cuando poco a poco la jubilación nos fue llegando sin casi darnos cuenta. Dos visitas, la Bodeguita del Real de Nacho, y la Vaquería de Juan tras la Diputación. Aquí me están esperando, son de y del Elche. Con entereza espero superar la «rentrée» el viernes próximo a pesar de las bromas y chascarrillos que me dedicarán los hermanos dueños del establecimiento. El acenso inesperado de los ilicitanos a la liga de las estrellas, que a punto ha estado de quedarse sin la más rutilante, comandados por un rejuvenecido cuarentón como Nino, y la lamentable situación deportiva e institucional herculana, que ha seguido en la maldita Segunda B gracias a la maldita pandemia, da para una profusión de humillaciones balompédicas, que estoy dispuesto a asumir con la esperanza de que Del Pozo y Cubillo, nuestro tándem para la gloria, reviertan la situación, y en la próxima temporada, franjiverdes y blanquiazules nos veamos las caras en la segunda división.

Ni imaginar quiero el choteo de que al final de curso no subamos a la división de plata y los de Altabix permanezcan entre las estrellas, como una más de ellas y echándose en las alforjas decenas de millones de Roures y cía, para fortalecer su posición económica, fundamental para mantenerse entre los mejores. Ni imaginar quiero pasar por una experiencia de esa naturaleza de cariz parecido a aquel bochorno de la promoción de ascenso a segunda en la que el Ilicitano, filial del Elche, nos impidió el retorno a la división de plata en la última eliminatoria. El equilibrado historial de ambos clubes, se inclinaría leve pero sonrojosamente en el haber de los ilicitanos, a los que habría que aguantar chanzas y pullas como las que han tenido que soportar los culés tras la humillación y el repaso que les dio el Bayern en los cuartos de la Champions con aquél escandaloso 8-2.

Ni imaginar quiero el patiment que sería abordar otra temporada con el Hércules sin el premio de un ascenso que le permita empezar a levantar el vuelo, y los rivales pavoneándose y codeándose con los mejores equipos de España. En otros tiempos, años sesenta en los que acompañado de mi padre acudía al viejo Altabix a ver al Real Madrid de la recta final de Di Stéfano, al Atlético de un joven Adelardo y al Barcelona post Kubala, al menos el Hércules competía, y bien, en la segunda división, alcanzando el ascenso a primera en el 66 con Ramón de primer comandante.

Ambos clubes, Hércules y Elche, andan a la par en cuanto a trayectoria histórica en el fútbol patrio. Los alicantinos con 20 presencias en la división de honor, por 22 de los ilicitanos. En segunda los blanquiazules han participado en 43 campeonatos por 39 de los franjiverdes. Ambos fundados en el mismo año, 1922, siendo el Hércules el primero en militar en la primera división, temporada 35-36, mientras que el Elche tuvo que esperar hasta la 59-60, siendo en las décadas anteriores más equipo de tercera que otra cosa. Por ello ni imaginar quiero no conseguir el ascenso esta temporada. Ché, un patiment.

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