Acababa de comenzar la Cuaresma de 2020, y el Pregón de Semana Santa había anunciado la celebración de la Muerte y Resurrección de Jesús de Nazareth, cuando nos vimos atacados por el virus que se extendía inmisericorde. Todo el país se paralizó, y confinó, a instancias del Gobierno de la Nación, y con estupor, con recelo, con precaución y con prudencia las fiestas fueron siendo suspendidas empezando por nuestras procesiones que fueron las primeras en acordar tal decisión. La Semana Santa, el Carnaval, las Hogueras, los Moros y Cristianos, las Fiestas Populares, la procesión de la Virgen del Remedio… todas se han visto suspendidas a imitación de las fichas de dominó. Todas menos la Navidad que se vislumbra en el horizonte de cuatro meses.

Todos los artesanos y gremios vinculados con las fiestas, se han visto afectados por la paralización de los trabajos no indispensables, y los belenistas también interrumpieron su actividad allá por febrero cuando las alertas del Lejano Oriente anunciaban una pandemia universal. Los belenes quedaron paralizados en sus primeros bocetos de porexpan blanco y sin tallar, en un silencio expectante cuando estábamos en puertas de celebrar la Anunciación a María, anuncio por tanto de la Navidad.

Pero cuando al principio del verano se relajaron las precauciones, y se suspendió el estado de alarma, los comercios y la hostelería intentaron volver a recuperar su espacio, cuando los trabajos interrumpidos vuelven con incertidumbre en medio de un continuo goteo de contagios y nuevos brotes en la enfermedad del Covid-19, también los belenistas hemos vuelto con todas las precauciones, distancias y medidas de seguridad, a continuar los belenes que han progresado en estos dos últimos meses.

Y los belenistas hemos retomado la actividad porque queremos ser fieles a nuestro compromiso estatutario de «celebrar el Nacimiento de Jesús en Belén de una manera digna y con todo el respeto debido». Por eso estamos recreando las circunstancias y ambiente en el que, imaginamos por los relatos evangélicos, tuvieron lugar los sucesos que rodearon el mayor acontecimiento de la historia: el Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.

El belén, siguiendo la tradición que inició San Francisco de Asís, patrón de los belenistas, quiere mostrar a todas las gentes el auténtico mensaje de la Navidad, un mensaje de Paz y Concordia, un mensaje de Igualdad entre las gentes, un mensaje de Vida y Reconciliación. El belén no es un cuadro, ni una escena paisajística o de costumbres, el belén es, a imitación de los capiteles románicos, un pequeño reflejo evangélico de la narración de los evangelistas, que nos han contado cómo nació Jesús, de una madre Virgen, en difíciles circunstancias, cómo fue adorado por ignorantes pastores y visitado por misteriosos viajeros que le buscaron, y cómo se hizo uno más entre nosotros, viviendo nuestras circunstancias… Es belén es pequeño y humilde.

Queremos celebrar la Navidad, y queremos celebrarla como es debido: poniendo de manifiesto que la Navidad recuerda la Venida de Dios a la tierra y que, por ello, nos alegramos y regocijamos. Podemos rodear el belén de luces y guirnaldas, podemos crear un escenario lleno de detalles y ambientación, podemos hacer un belén monumental, pero no podemos olvidar que celebramos el Nacimiento de Jesús en Belén. Queremos celebrar la Navidad desde el respeto a los demás y a nosotros mismos, con la precaución por el Covid-19, que la ocasión demanda, con amor y sin algarabía imprudente.

En medio de las incertidumbres de la pandemia que nos asola, los belenistas queremos contribuir a mejorar nuestras relaciones ciudadanas recortadas, y ayudar con nuestros belenes a reencontrarnos con nuestras tradiciones y con nuestra manera de ser mediterránea. Por eso estamos realizando los belenes que el tiempo de confinamiento nos ha permitido preparar, y con ellos en la calle, invitar a nuestros conciudadanos y visitantes a acudir a contemplarlos porque en ellos encontrarán el mensaje navideño más esperado: «os ha nacido un Salvador». Ese es el motivo para construir los belenes y celebrar la Navidad. Animamos a todos los que sientan el gusanillo belenero a montar belenes en sus casas, y a nuestras autoridades a que celebren la Navidad promoviendo el mensaje de concordia y reencuentro que nos ayude a recuperar aquello que la enfermedad nos ha arrebatado. Queremos celebrar la Navidad y ofrecer con nuestros belenes un mensaje de aliento y confianza a todos los que escuchen el canto de los ángeles: «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».