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Francisco García

Nada aprendimos

Se cumplen seis meses de la declaración del estado de alarma. Y parece que, desde el 14 de marzo hasta hoy, no hemos aprendido nada. La temida segunda oleada que se auguraba para octubre ya le tenemos aquí, mostrando la cresta en el momento crucial en que los estudiantes regresan a las aulas. Si educadores, maestros y profesores se consideran servicios esenciales, el próximo grupo en multiplicar el número de contagios será el de la docencia.

España registra a día de hoy las peores cifras del planeta y todos somos culpables de llevar al país a liderar ese lamentable listado de los deberes mal hechos. No hay que poner en el punto de mira solo a los jóvenes, por mucho que ellos hagan su vida en la creencia de que la inmunidad les pertenece: los ciudadanos no hemos cumplido como se requería todas las medidas de seguridad. Hemos mantenido las celebraciones familiares, los encuentros de amigos, las fiestas, los botellones; nos hemos besado en las bodas y abrazado en los funerales. Pero no somos los únicos responsables del desaguisado que sobreviene y que amenaza con llevar de nuevo al colapso a los hospitales. También las administraciones acumulan abundante cantidad de culpa, por negligencia y falta de previsión. Si hace seis meses no tomamos nota de la experiencia dolorosa de Italia, ahora somos incapaces de aprender de nosotros mismos, del sufrimiento que el covid provocó en abril y mayo, con un recuento de muertos de cifra aún por determinar.

El Gobierno se lavó las manos y delegó en las comunidades autónomas, que escurrieron el bulto en la gestión veraniega y se lo endilgaron a los alcaldes, y en materia educativa descargaron toda la responsabilidad en los directores de los centros, Ahora toca echarse a temblar.

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