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Florentino Regalado Tesoro

Urbanismo ¿Ciencia o arte?

Vista panorámica de Alicante

Al leer el estupendo artículo en el Información de mi amigo y colega, el urbanista José Ramón Navarro Vera, me sorprendió gratamente la idea original que expuso de introducir el Arte en los planeamientos y desarrollos urbanísticos, como complemento a otros aspectos más técnicos que no cabe duda que también deben ser considerados en este complejo y difícil campo, tan bonito como a la vez tan complicado, que no deja de ser el campo más problemático con el que tienen que lidiar nuestros pueblos y ciudades, lo quieran o no lo quieran, si pretenden mantenerse como seres vivos evolutivos, donde merezca la pena tener una calidad de vida a ser posible cada vez mejor.

No obstante, tras la sorpresa inicial me vinieron un par de reflexiones adicionales a la cabeza, una de las cuales Jose Ramón me animó a desarrollarla algo más y es lo que pretendo hacer brevemente, haciendo una pequeña mención a la primera, que por otra parte estimo yo, sin ser ningún experto en estas lides porque me faltan conocimientos, que es la que sustenta el arte que realmente debería aplicarse y no el Arte al que se refiere J. Ramon . Y aunque soy un ingeniero de construcción, lo mío son los puentes y las estructuras de los edificios altos y enterrados, no por ello he perdido el sentido común tan necesario para poder valorar lo que otros hacen, aunque sea en el campo del urbanismo, donde hasta el más analfabeto opina y lo que ya es mucho peor: legisla, haciendo daños irreparables.

Esta primera reflexión tiene más que ver con el deseo utópico, que todo lo que proyectamos los técnicos y construimos codo con codo con los operarios, que también juegan un papel injustamente olvidado para bien y para mal, al igual que lo juegan los funcionarios que aplican las leyes urbanísticas, deberíamos hacerlo poniendo en ello todo el arte que fuéramos capaces de desarrollar en aquellas parcelas donde intervengamos, porque así nos lo exige la sociedad que nos paga por nuestro trabajo. Al fin y al cabo, se trata de poner en juego el arte que lleva consigo desarrollar un oficio con la calidad y el cariño que exigen las cosas bien hechas, única forma de que una sociedad se sienta orgullosa de su esfuerzo y de un trabajo bien hecho, que avanza con el signo de los tiempos.

Bajo este primer prisma mencionado, el urbanismo no constituye una excepción y exige, quizás mucho más que otros muchos, dejando de lado los oficios relacionados con la sanidad y la educación, que se le aplique todo el arte que requiere este oficio, y deberían abstenerse aficionados y especuladores, que sólo originan estupideces y aberraciones.

Pero volvamos a la idea de José Ramón.

El Arte al que se refiere José Ramón, creo yo que nada tiene que ver con el arte que he mencionado, se refiere a un concepto del Arte, posiblemente más elevado, al menos en el plano filosófico del término; que simplificadamente podríamos considerarlo, para que todo el mundo lo entienda ante la enorme dificultad que presenta una definición precisa del mismo, como aquello que es patrimonio casi en exclusividad de los artistas, aunque unos realmente lo sean y otros solo lo aparentan, complicando todavía más la cuestión que nos ocupa, si estos últimos se salen de su tiesto invadiendo territorios urbanos.

Y bajo este segundo prisma, miedo me da a que este Arte, que no sabemos definir con precisión tal y como se está desarrollando mayoritariamente en la actualidad, penetre en el urbanismo, tan necesitado sobre todo de eficacia, fuertes dosis de sentido común y ausencias de burocracias paralizantes.

Sin tener claro, lo que en la actualidad puede ser considerado auténtico Arte, y no performances (ocurrencias sin sentido alguno para entendernos mejor y que no voy a mencionar, porque todos tenemos alguna en nuestra memoria) que desarrollan aquellos que son incapaces de hacerlo de verdad, imagínense el guirigay en el que podría acabar el urbanismo de nuestros pueblos, ya de por si suficientemente vapuleado, si estos autoproclamados artistas aterrizan en el mismo; sería lo último que le faltaba para acabar de expulsar a los empresarios que lo necesitan para mantener viva la construcción y todos los puestos de trabajo que lleva consigo la misma.

Quizás es mejor dejar las cosas como están y acudir sin duda alguna a que penetre el buen arte del oficio de los urbanistas a la más alta cota posible, y se deje el segundo concepto del Arte en el campo de los artistas, aunque muchos de ellos no lo sean.

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