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Natxo Bellido Suay

Disculpas a la sociedad civil

Se le está haciendo muy duro el inicio de curso político al Bipartito de derechas que a ratos trata de gobernar la ciudad. Y digo a ratos porque es más fácil ver a Barcala haciendo oposición al Botànic o al Gobierno de Sánchez que dirigiendo el Ayuntamiento de Alicante. A Barcala lo situó el PP de rebote para liderar la oposición al tripartito progresista, no para ser alcalde, y eso se nota. El pecado original de su llegada a la Alcaldía a cualquier precio le sigue pesando y le niega una legitimidad moral que ni una victoria electoral ha conseguido hacerle olvidar.

Tampoco le ayuda su Bipartito, ese pacto PP-Ciudadanos, con el imprescindible apoyo de sus muletillas ultras, que, salvo contadas excepciones, forman un equipo que no está preparado para gobernar. Menos todavía en las complicadas y excepcionales circunstancias de la pandemia.

Ciertamente el Bipartito tiene muchos líos y se le acumulan los incendios en este inicio de curso. “Maldito septiembre” murmurará entre dientes Barcala. Entre el descontrol absoluto de las contratas municipales que ha provocado la severa reprimenda de la Intervención municipal, los sainetes cada vez más ridículos que protagonizan a modo de cortinas de humo con el Botànic, sus broncas con el tejido asociativo alicantino, la inanidad de su relato de ciudad y la poca capacidad de gestión de buena parte del equipo de gobierno van creando un caldo de cultivo de frustración y desilusión que se puede palpar en la Casa Consistorial. Y no es el momento para sembrar incertidumbres y desesperanzas.

Y esto explica, que no justifica, el abandono del Barcala de los compromisos adquiridos con la sociedad civil en la Comissió de Recuperació d’Alacant. Antes que nada, por mi parte, y por la parte que le toca a Compromís, pedimos disculpas. Y lo hacemos, aunque no seamos responsables de la actitud del Bipartito, ni tengamos la capacidad de impulsar la concreción de las propuestas de la Comisión en proyectos con presupuesto como nos comprometimos en las conclusiones de la Comisión o en el Pleno municipal. Porque, a pesar de que se llegó a plantear, y para eso metimos tanta prisa en las comisiones, llevar a un Pleno de finales de julio una modificación de crédito que implementará las propuestas más urgentes y viables del Dictamen estamos a finales de septiembre y no hemos avanzado prácticamente nada.

Barcala ha estado ganando tiempo con la bronca sobre el uso del superávit de 2019, le ha venido bien la estrategia suicida y arrogante del Gobierno de coalición de PSOE y UP, y sigue arrastrando esta excusa para no tomar decisiones, excepción hecha de regalar 19 millones a los bancos, en lugar de destinar hasta el último céntimo a alinear el Ayuntamiento frente a la crisis. Aunque yo, por mucho que leo y releo el Dictamen de Recuperación de Alicante, no veo por ningún sitio escrito que la prioridad fuera cancelar, dejar a 0, la deuda municipal y tampoco leo la propuesta de una foguera o una falla en forma de Belén como estrategia de atracción turística y comercial para la animación navideña y ya ven. Bien al contrario, las propuestas de la sociedad civil que incidía, a corto o largo plazo, en dar respuestas a la pandemia, en amortiguar el impacto de las consecuencias económicas y sociales de la crisis sanitaria o transformar Alicante desde la sostenibilidad, en el sentido que marca la Agenda 2030, la eficiencia o la apuesta por la innovación para fortalecer nuestras estrategias de futuro.

Sobre todo, aquello que reinó en el espíritu de esas enriquecedoras y productivas jornadas de diálogo ciudadano, fue la necesidad de unidad y utilidad de la Comisión. Y la unidad se consiguió, más allá de alguna trasnochada discrepancia de los ultras y actuamos bien la oposición progresista, de forma responsable y agradeciendo la oportunidad del Bipartito de ser parte protagonista de la Comisión. Pero debía ser útil, como repitió hasta la saciedad Compromís recogiendo los anhelos de buena parte de las entidades.

De momento, Barcala, a modo de “Día de la Marmota”, ha impuesto su ritmo negociador, plagado de incumplimientos y contradicciones. ¡Ahora parece que no pretende usar el superávit municipal! Si a esto le sumamos un ritmo exasperante y ausencia de procesos de negociación reales con papeles y propuestas y contrapropuestas de por medio el fracaso está garantizado, por mucha responsabilidad que le queramos poner a nuestra labor opositora.

Por tanto, reitero mis disculpas, y las de mi grupo de Compromís, y espero sinceramente que esto cambie y las derechas alicantinas recuerden los compromisos que adquirieron con la representación que participó de la sociedad civil alicantina. Por favor, no volvamos a perder una nueva oportunidad de desarrollar las propuestas compartidas y de demostrarle a la sociedad civil que cuando se le escucha no es por ser políticamente correctos, o hacer el paripé que la ocasión requería, sino que hay voluntad política real de sacar adelante las medidas, las propuestas y los proyectos. En fin, no perdamos la esperanza, aunque nos lo pongan tan difícil.

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