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Carlos Gómez Gil

Palabras gruesas

Carlos Gómez Gil

Vecinos del Pla despreciados

He defendido en diferentes ocasiones que Alicante tiene unas condiciones magníficas para ser una ciudad envidiable con elevados niveles de bienestar, pudiendo avanzar hacia la equidad mediante la transición ecológica y social. Pero por motivos de distinta naturaleza, desde el Ayuntamiento no se han dado los pasos para ello, haciendo que la ciudad permanezca instalada en la deriva en la que se encuentra desde hace ya demasiado tiempo.

En el mismo sentido, creo que el abandono y la degradación palpables en el municipio en demasiadas facetas no son el producto de un cálculo deliberado, porque no me cabe la menor duda de que sus concejales desean lo mejor para Alicante y sus funcionarios trabajan con este fin. Bien es cierto que hemos visto a no pocos ediles incapaces de actuar con arreglo a sus responsabilidades, al tiempo que también algunos funcionarios de peso han venido haciendo una clara dejación de sus obligaciones.

Son tantos los ejemplos que podemos encontrar de lo que decimos que basta con revisar los ejemplares de este diario en los últimos años para completar toda una enciclopedia. Y no me refiero, únicamente, a decisiones grandes e importantes, sino a pequeños detalles y actuaciones que son las que hacen el día a día. Como se dice con frecuencia, el diablo está en los detalles y con ellos tenemos toneladas de ejemplos para arrojar sobre la plaza de nuestro ayuntamiento como escombros de la pasividad y del abandono por el que esta ciudad avanza.

Hace unos días, contactaron conmigo desde la asociación de vecinos Barrio del Pla para pedirme que diera voz a su preocupación sobre el abandono y la degradación que sufre el punto de compostaje del barrio, situado en los jardines de la calle palacio Valdés, entre el Marq y el antiguo Perpetuo Socorro, que llevan defendiendo como titanes desde hace tiempo, frente a la desidia deliberada y la incuria de nuestro Ayuntamiento. Como otros muchos asuntos de esta ciudad en los que he venido trabajando y escribiendo, me interesaba conocerlo de la mano de los propios vecinos, a quienes agradezco que piensen en mí para dar eco a sus problemas.

Bien es cierto que más allá de mi posible capacidad para difundir estas preocupaciones, me interesa saber de los esfuerzos que las asociaciones hacen para intentar que sus barrios mejoren, a pesar del desprecio sistemático que reciben de las autoridades locales. Las mismas a las que se les llena la boca hablando de participación, palabra pervertida donde las haya. El mismo Ayuntamiento que dice que va a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para el año 2030, pero que desprecia las peticiones diarias de los vecinos para hacer más habitables sus barrios.

En el pasado mandato, durante la etapa del tripartito de izquierdas, desde la Concejalía de Medio Ambiente se puso en marcha, en diciembre de 2016, la recogida selectiva de residuos a través de la instalación de diferentes puntos de compostaje en la ciudad. Mediante un sistema voluntario de selección de basura se pretendía obtener materia orgánica que, una vez tratada, se pudiera usar como abono de calidad, avanzándose así en la mejor clasificación de nuestros desperdicios domiciliarios. De los once puntos creados, seis de ellos se situaron en colegios, mientras los otros cinco se distribuyeron por la ciudad, con la voluntad de implicar a los vecinos en su gestión comunitaria.

Uno de estos puntos de compostaje se instaló en el barrio del Pla, en una pequeña plaza que venía siendo lugar de estancia y dormitorio de transeúntes y sintecho, junto al Marq. Este barrio presenta numerosas carencias, viviendo un proceso de deterioro y envejecimiento imparable que centra la atención de su asociación de vecinos desde hace tiempo. Por ello, la entidad se implicó desde el principio en la gestión del punto de compostaje del barrio, como una forma de participar activamente en la mejora de la gestión de los residuos urbanos de los vecinos.

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, el Ayuntamiento dejó de cuidar y mantener este punto de compostaje, con una paulatina degradación y abandono de los jardines en los que estaba instalado, una creciente presencia de personas sin hogar que, ante la pasividad de la Concejalía de Acción Social, han convertido el lugar en zona de acampada, alojamiento y hasta en aseos públicos, con una creciente desatención de las labores de limpieza y gestión de los residuos allí llevados por los vecinos. Hasta el punto de impedir durante meses que se pudiera acceder para depositar residuos orgánicos, convirtiéndose en vertedero de todo tipo de desperdicios. Es decir, ante la inacción de diferentes concejalías municipales, se degradó e inhabilitó un punto de recogida selectiva de residuos.

Lo más llamativo es que, ante la pasividad municipal, la asociación de vecinos se ha dirigido por escrito al Ayuntamiento en diferentes ocasiones, telefónicamente, por correo electrónico y por registro de entrada, comunicando este abandono deliberado y solicitando la intervención de diferentes áreas para subsanarlo. ¿Cuál ha sido la respuesta municipal? Nada, ninguna, es decir, desprecio hacia los vecinos y aumento del deterioro en este punto y en este servicio de reciclaje urbano de basuras en el barrio del Pla.

Un ejemplo de las muchas pequeñas grandes cosas a solucionar por este Ayuntamiento.

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