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Juan Carlos Padilla Estrada

Las crónicas de Don Florentino

Juan Carlos Padilla Estrada

Voto electrónico

 —Estoy leyendo un interesante artículo publicado en INFORMACIÓN, de Manuel Desantes,

—¿Desantes?

—Sí, un señor muy sabio que es profesor, experto en derecho internacional y, lo que es más importante, alter ego de don Biblio.

—Vaya.

—Pues decía, que, en uno de sus artículos de INFORMACIÓN, explica con su habitual maestría las perspectivas de la digitalización, en esta ocasión en referencia al voto electrónico.

—Sí que es interesante, sí…

—Pues lo es, y mucho. Trata de explicar, a personas como usted, al parecer no suficientemente dotadas, las ventajas del voto a distancia, que es interés de la Unión Europea y, en estas circunstancias de pandemia, tiene unos indudables beneficios añadidos.

—Se han cargado a Torra.

—Esto… sí… perdón… decía que el voto cibernético tiene una serie de ventajas, que enumera hasta llegar a la docena: se realiza a conveniencia del votante, que puede votar en cualquier momento, desde cualquier lugar y desde cualquier dispositivo.

—Dice el Tribunal Supremo que Torra desobedeció de forma “contumaz y obstinada” a la autoridad electoral.

—Sí, bueno… Otras de las ventajas del voto electrónico es la accesibilidad para votantes con discapacidad y la verificabilidad individual, ya que el votante tiene acceso a un recibo de votación que le permite comprobar que su voto se ha contado.

—Pues el tipo dice que es una venganza del Estado y sus secuaces y que no podrán con él, y anima a los catalanes a romper con España.

—Perdone… le decía que el voto digital aumenta la rapidez del proceso de votación y de recuento, permite un soporte multilingüe de la plataforma y mayor flexibilidad en el diseño y modificación de las papeletas.

—Pero lo mejor es que el individuo ahora pasa a tener un estatuto de “expresident”, lo que supone coche oficial, chófer, oficina, dos secretarias y un sueldo de 120.000 napos anuales, a costa del erario público, ese al que aportamos todos los españoles… ¡todos! ¡Hay que jo… jorobarse!

—Perdone usted, esas palabras… estamos en un medio serio de comunicación…

Y otra de las ventajas del voto electrónico es la prevención de los errores involuntarios en el proceso de votación, además de generar un hábito democrático entre los más jóvenes, posibilitar el voto a las personas con problemas de salud, ahorrar costes y tiempo, prevenir errores en el proceso de votación y permitir una gestión centralizada del proceso de elección. Un sabio este profesor Desantes.

—Ahora el sujeto en cuestión pretende acudir al Tribunal Constitucional, ese que se ha pasado por el forro de sus caprichos, para solicitar amparo y que demoren la ejecución de la sentencia. ¡Hay que tener la cara casi como la de Pedro Sánchez!

—Perdone señor, pero estoy intentando hablar del voto digital, los impresionantes avances que seguro traerá a nuestras vidas en un futuro casi inmediato, y usted nos está dando un tabarrón sobre el tal Torra, que le aseguro es un personaje carente del mínimo interés.

—Perdone usted, señor enterado. Estamos los dos hablando de lo mismo.

—Vaya, ¡esto si que es curioso!

—Curioso o prudente, estamos hablando de lo mismo. Porque, ¿cómo cree usted que acabaremos con esta lacra que nos asola?

—¿Lacra?

—Estos politicastros que llegan al poder sin bagaje alguno y que se garantizan una pléyade de asesores, un parque móvil de lujo, guardaespaldas, un plan de pensiones eterno, unos privilegios que ningún ciudadano puede ni soñar con su trabajo honesto.

—Pues no sé, dígamelo usted.

—¡Con el voto digital!

—Eso no lo decía el profesor Desantes.

—Pues lo digo yo. En el momento en que se normalice que los ciudadanos voten las decisiones importantes desde su casa, como en Suiza, comenzarán a aflorarlas iniciativas populares: Mire, yo propongo la primera: “Supresión del Senado, de las Diputaciones, reducción de los parlamentos al 25%, despido de asesores, reducción de los coches oficiales a 10 para toda España, desaparición de los estatutos de Expresidentes y similares”. Y ahora, españoles, vamos a votar. En una tarde resuelto: Torra y similares, a la cola del INEM.

—Bueno… ¿sabe lo que le digo?

—Me lo imagino.

—Sí: Tiene usted mi voto… ¡electrónico!

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