Durante mis incursiones en archivos, bibliotecas y hemerotecas en busca de historias acaecidas en la ciudad de Alicante a lo largo de los siglos, he encontrado algunas que he considerado que quizá podrían interesar a los lectores, pero que no he plasmado en mis artículos porque no conseguí hacerlas crecer lo suficiente como para que alcanzaran la extensión suficiente.

A diferencia de lo sucedido con otras que, partiendo de unos pocos renglones leídos en un texto, de una noticia breve o de un reducido legajo, he hecho crecer con la levadura encontrada en pesquisas posteriores, hasta lograr convertirlas en artículos merecedores de formar parte de esta serie de Momentos de Alicante, estas curiosas minihistorias se han quedado guardadas indefinidamente en carpetas (pero nunca olvidadas), a la espera de ese eventual hallazgo que pudiera incrementar la información respecto al asunto en cuestión.

Ahora, excusándome en un hecho baladí pero que ofrece una cifra redonda, como es la publicación del artículo número 400 de esta serie, he querido aprovechar la ocasión para compartir con mis lectores cuatro de estas microhistorias a manera de miscelánea, señalando como siempre, en cada una de ellas, la fuente de la que la he extraído.

PUÑALES CELOSOS

(Archivo Municipal Alicante -AMA- Legajo 18-4-19/0)

A las diez de la noche del 19 de agosto de 1710 entró en casa de la viuda de Joaquín Sevila, situada en la universidad de San Juan, un mozo de Muchamiel llamado Alfonso Planelles, al que acompañaban dos hombres armados con escopetas cortas que se quedaron en la calle. Planelles sacó de la casa a Salvador Sala, que estaba desarmado, y le amenazó con un puñal, pero se defendió este sujetando la hoja con su mano derecha.

Alertado por el alboroto y por los vecinos, el justicia acudió a tiempo de detener a Planelles y poner en fuga a sus dos compinches, resultando que uno era su hermano Pedro y el otro el hijo de Jaime García, vecinos también de Muchamiel.

El justicia encarceló a Planelles y el alcalde de la universidad de San Juan, Bautista Gozálbez, comunicó tal arresto al alcalde mayor y juez de Alicante, Francisco Esteban Zamora Cánovas, quien ordenó al escribano Antonio Sureddo que abriese el sumario correspondiente.

A la mañana siguiente, Planelles fue trasladado a la cárcel de Alicante, donde fue interrogado por el juez Zamora y el escribano Sureddo. Ese mismo día también declararon ante ellos Salvador Sala y los testigos Bautista Sala de Ginés y Sebastián y Roque Gozálbez, labradores y vecinos de la universidad de San Juan.

Como resultado de tales declaraciones se supo que la noche anterior el labriego Sala, de 21 años, después de recoger almendras en una heredad de la partida de Cotella, se pasó a eso de las nueve por la casa de Jacinta, viuda de Joaquín Sevila, con cuya hija estaba prometido. Al cabo de un rato entró en la casa el detenido, a quien Sala no conocía, quien le llevó con ayuda de dos hombres que le acompañaban a la parte de atrás de la casa, frente a la vivienda del alcalde de la universidad de San Juan, donde intentó apuñalarle, pero no consiguiéndolo porque Sala agarró con su mano la hoja del arma, cortándose varios dedos.

El motivo de la agresión era que Planelles estaba celoso porque quería festear con Jacinta Sevila.

ENFRENTADOS POR LA SANTA FAZ

(AMA, Legajo 19-73-56/0)

El 8 de marzo de 1774 se inició a las nueve de la noche una procesión de rogativa que debía trasladar la reliquia de la Santísima Faz (a la que se rogaba que acabase con la sequía que se padecía) desde la Casa de la Misericordia hasta la colegial de San Nicolás.

La procesión estaba encabezada por el clero de la parroquia de Santa María. A continuación se colocaron varios invitados distinguidos y la oficialidad del regimiento de Infantería de Bravante, de guarnición en Alicante, provocando las protestas de los miembros de la Cofradía de Pescadores del Señor Don Jaime, quienes reclamaron vigorosamente ante el gobernador y los regidores que tal puesto en la procesión les estaba reservado por costumbre inmemorial, refrendada por el acuerdo que se había alcanzado en reunión celebrada el 23 de febrero anterior, con el beneplácito del obispo.

Esta protesta, encabezada por Onofre Galvans y José Mora, mayordomos de la cofradía de pescadores, y los miembros de la misma Bernardo Costa y Manuel Bosch, causó un retraso considerable en el comienzo de la procesión, que al final se llevó a cabo cuando los que protestaban se marcharon airados y portando sus hachas prendidas.

Al día siguiente hubo una reunión en el ayuntamiento en la que se acordó corroborar la concordia por la que los representantes de la cofradía de pescadores seguirían ocupando el segundo puesto en las procesiones de la Santa Faz, detrás solo de los curas de Santa María.

DEFENSA A ESCOBAZOS

(AMA, Legajo 1911-47-29/0)

Vicente Bernabéu Marco, abogado y escribano del juzgado de primera instancia, levantó testimonio el 2 de abril de 1859 de la causa criminal seguida contra Antonio López López, natural de Úbeda, jornalero de 30 años y vecino de Alicante, por el siguiente suceso:

El 30 de marzo anterior, sobre las dos y media de la tarde, López entró en la taberna de Vicente Román, que se hallaba ausente, y le pidió a la mujer de este, Dolores Luciano, un vaso de vino. Lo pagó pero, antes de beberlo, salió a la calle. Volvió a entrar al cabo de unos pocos minutos, cuando en la taberna ya no había ningún otro cliente. Entonces se abalanzó sobre Dolores, tapándole la boca con una mano y con tanta fuerza que sangró por los labios y casi se ahoga. Logró no obstante zafarse ella un instante y pedir socorro, acudiendo en su ayuda su hijastra, Ana María Román, de once años, que se hallaba en la trastienda. Entre gritos, la niña le pegó al agresor con la escoba, quien al ver que entraba una vecina, soltó a Dolores y salió de la taberna, huyendo. Poco después fue detenido y encarcelado.

El juez Alejandro Such, tras tomar declaración a Dolores, a su hijastra y a la testigo María Valero, hizo que las tres reconocieran en la cárcel a López en una rueda de presos. La causa por delito de agresión fue sobreseída por orden de la Audiencia de Valencia el 20 de septiembre, al considerar que López no había cometido un delito, sino una falta.

El 4 de noviembre fue celebrado en el Ayuntamiento de Alicante el juicio de faltas contra López. El alcalde, Anselmo Bergez Dufoó, le condenó a tres días de arresto.

AGREDIDA POR UNA SONRISA

Noticia aparecida en la página 3 de El Luchador el 5-10-1932:

«José García Vidal, de 27 años y dueño del bar 'La Alcoyana', ha denunciado a Julia Gómez Huertas, la cual molesta sin causa justificada al tal García. Últimamente se presentó en el establecimiento arriba citado promoviendo un formidable escándalo, llamando la atención del público».

Dos semanas más tarde, Julia, soltera de 21 o 24 años según fuentes, domiciliada en Colón 17, denunció a José, dueño del bar La Alcoyana, establecido en la calle Bailén, porque en la plaza del Mercado «la agredió con un cuchillo intentando matarla, no pudiendo realizar sus propósitos porque dos hombres, le desarmaron». Tras ser detenido, José manifestó «que la demandante la provoca constantemente con sonrisas y que se mofó de él en el momento de la agresión»; también «dijo no ser cierto que la amenazó y si la maltrató fue debido a que esta había ofendido a la mujer que vive maritalmente con él que es hermana de la denunciante» (Diario de Alicante, 20-10-1932, p. 1; El Luchador, 21-10-1932, p. 3; El Día, 22-10-1932, p. 3).

Breve noticia aparecida el 19-11-1932 en la página 3 de El Luchador:

«Julia Gómez Huerta, con domicilio en la calle Colón, número 17, ha sido denunciada por insultar al propietario del "Bar Alcoyano" José García Vidal».

Sobre Julia no he encontrado ninguna noticia más. Acerca de José y de su bar, hallé estas tres noticias:

«José García Vidal, de 28 años, de Cartagena, dueño del Bar 'La Alcoyana', denuncia la desaparición del futbolista 'El Águila' se marchó sin abonarle 377'40 pesetas, importe de varios días de hospedaje» (El Día, 6-3-1934, p. 1).

En una sesión del Ayuntamiento, «los expedientes relativos a instalaciones de lecherías promovidos por: (…) Don José García Vidal y (…) fueron desfavorables» (Diario de Alicante, 31-3-1934, p. 2).

«Josefa Sánchez Fernández de 23 años, domiciliada en Tarifa 4 ha denunciado, que del bar 'La Alcoyana', donde prestaba servicio fue despedida sin que le abonaran su salario que ascendía a 35 pesetas. Habiendo vuelto para que le pagaran, los dueños del bar se negaron a ello, maltratándola de palabra y obra, siendo curada en la Casa de Socorro de lesiones leves que le produjeron» (El Luchador, 12-5-1934, p. 3).www.gerardomunoz.com