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Jorge Orts Fuster

La Estación de Renfe de Alicante: la desobediencia de la Administración

Antes de empezar este artículo, tengo que confesar que vivo en el edificio La Colmena, en el Barrio de San Blas, por lo cual que soy de los miles (si, miles) de ciudadanos afectado por los ruidos constantes –principalmente nocturnos-, de los trenes de la Estación de Alicante.

La llegada del AVE a Alicante se produjo en junio de 2013, para reducir el tiempo de conexión entre nuestra ciudad y la capital de España, convencidos de que esta actuación mejoraría el PIB de la capital y de toda la provincia. La obra de acceso a la ciudad de Alicante se solucionó de forma “provisional” en superficie. Se proyectó una solución soterrada de las vías, que quedo sujeta a la generación de plusvalías que debían originarse por la construcción de edificios muy, muy altos en la zona oeste de la entrada a la Estación. Quedo en el olvido el tantas veces prometido Parque Central, junto a tantas otras propuestas que se iban a llevar a cabo en la zona liberada de las vías. Nuevamente proyectos de “ciudad”, vinculados al ladrillo.

Este proyecto se convirtió pronto en una promesa incumplida y es uno más de los fracasos de la ciudad en su conjunto. Fracaso, en primer lugar, de los partidos políticos que han estado en el Ayuntamiento en estos años y también del conjunto de la ciudadanía. No llego a comprender como los representantes municipales no se unen de una vez, de forma clara y contundente, para exigir a ADIF soluciones para este problema, que resulta absolutamente insufrible para los vecinos y vecinas de los barrios colindantes de la Estación.

Al hilo de la cuestión de los ruidos, cabe decir que estudios realizados desde 2016 apuntan que la zona de la Estación de Renfe está por encima de los 70 decibelios, cuando el límite está fijado en 55 dB durante el día y 45 dB por la noche. (Ley Valenciana de Protección Acústica). En la misma línea, la actual Ordenanza Municipal -de 1991- rebaja este límite en la franja horaria de 22 h a 8 h. hasta los 30 dB.

Esta situación de altos niveles de contaminación acústica genera problemas de ansiedad, estrés, insomnio, cefaleas y, por supuesto, todo tipo de incomodidades para conciliar el necesario descanso. Muchas han sido las protestas de plataformas y vecindario, junto un sinfín de documentos entregados a las autoridades desde hace muchos años, sin que ninguno de ellos haya tenido efecto para la solución del problema.

No sé si el ayuntamiento de Alicante conoce el preceptivo estudio de impacto ambiental que se tuvo que realizar con la llegada del AVE. Pero si alguien en el Consistorio lo ha leído (político o técnico), no se entiende porque razón no se ha hecho actuación alguna hasta la fecha. ADIF tuvo que realizar obras para acomodar railes, crear nuevas vías y cambiar toda la planificación del acceso a la Estación ¿Por qué no son públicos los estudios de impacto ambiental de esas obras? ¿Por qué no se sanciona a ADIF por incumplir la normativa vigente?

El asunto es más que evidente: Falta de medidas de insonorización, inexistencia de pantallas acústicas y barreras anti ruidos. La Estación de Alicante, que además es estación término, es una de las más transitadas de España, pero no cuenta con ningún tipo de estas infraestructuras.

Lejos queda la creación de la zona de mantenimiento de los trenes, cerca del cementerio de Alicante, realizándose estas labores en la propia Estación actualmente. Todo ello durante la noche y altas horas de la madrugada, ocasionando unos ruidos insoportables para el vecindario.

La responsabilidad de ADIF, por ende el Ministerio de Fomento, es más que evidente, pero tampoco se salva nuestro Consistorio. La actual Ordenanza Municipal denominada de Protección contra Ruidos y Vibraciones, data de 1991, como ya dije. El objeto de dicha Ordenanza es organizar “todo tipo de actividades y servicios”. (Art. 1). Trata, por tanto, de regular las actividades ruidosas en la vía pública. En la misma de fija que entre 22 h. y 8 h. se prohíbe transmitir al interior de viviendas niveles de ruido superiores a 30 dB. Durante el resto de la jornada no excederán de 35 dB. (Art. 29).

Ahora mismo, según lo explicado, en el entorno de RENFE los ruidos están en niveles superiores a los 70 dB. Desde el año 2018 se está hablando de una nueva Ordenanza, con el objetivo de su adaptación a la nueva legislación de la Comunidad Valencia y a normativa europea. En este proyecto se planteaba, entre otras cuestiones, bajar los ratios de niveles de ruidos. De hecho en marzo de 2019 la Junta de Gobierno Municipal aprobó la nueva Ordenanza, sin que luego se llevara al Pleno y por tanto a su aprobación legal.

La Ordenanza está pensada, sobre todo, para los ruidos ocasionados en zonas de ocio en el centro de la ciudad. Se trata de ruidos originados por el pequeño comercio, en zonas donde se debe conciliar los derechos de los propietarios de bares, pub, etc. con el derecho al descanso de los vecinos residentes. Este asunto tampoco está resuelto y, en última instancia, creo que provoco la paralización de la aprobación de esta nueva Ordenanza sobre los ruidos.

En el caso que aquí se plantea es la propia Administración, quien lejos de cumplir con la normativa vigente, trata de sortear –con éxito- las leyes: incumple la normativa Estatal, la de la Comunidad Valencia y la del Ayuntamiento de Alicante.

Cuando es la Administración quien no cumple sus propias normas ¿qué puede hacer la ciudadanía?. Solo se me ocurre volver a recurrir a los representantes más cercanos y exigir al Ayuntamiento de Alicante que se una en defensa de sus vecinos y vecinas, que obligue a ADIF a solucionar las múltiples deficiencias de una infraestructura que no debió ejecutarse de la manera en que se realizó. Pero más allá de esta actitud conciliadora y de intermediación, no podemos eximir al Ayuntamiento de la posibilidad de abrir un expediente sancionador a ADIF, si ha lugar. Dispone de la normativa y los técnicos necesarios para ello, y de datos objetivos, también.  

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