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Fernando Ull

El principio de Peter, el negacionismo y otras dudas razonables

Principio de Peter. Hace unos días, el diario londinense The Times, publicó un extenso artículo sobre la dirigente madrileña Isabel Díaz Ayuso en el que hacía un resumen de su corta trayectoria política antes de ser nombrada por el Partido Popular candidata a la Comunidad de Madrid. Recordaba este medio de comunicación que la ocupación política más importante anterior a su elección como presidenta fue la de ser responsable de las redes sociales del PP madrileño, así como la del difunto perro de Esperanza Aguirre que, con el nombre de Pecas Aguirre, nos mantuvo informados durante cuatro años de las andanzas de la mascota de la entonces todopoderosa lideresa madrileña. Gracias a ello, Ayuso pudo demostrar sus grandes conocimientos adquiridos en sus estudios universitarios de periodismo con tweets como este: los comunistas no quieren que me paseen. No quieren libertad. ¡Guau! El único motivo por el que Pablo Casado eligió a Díaz Ayuso para ser candidata a dirigir Madrid fue por su afinidad cultural e intelectual. Quería Casado alguien que no le hiciera sombra para que no se repitiera el vía crucis sufrido por Mariano Rajoy por el acoso constante de Esperanza Aguirre. La Comunidad de Madrid ha sido el único territorio español en el que se han cuestionado las medidas anti Covid-19 del Ministerio de Sanidad. Sustituir el vacío profesional y de ideas oponiéndose a todo lo que venga de fuera puede engañar a algunos durante un cierto tiempo y ser beneficioso a corto plazo, pero muy perjudicial para la ciudadanía. The Times también recordaba una conocida declaración de Ayuso en relación con su oposición a la implantación de restricciones encaminadas a la disminución de los contagios por Covid-19: “todos los días mueren personas por accidentes de tráfico y no se prohíben los coches”. Guau.

La incógnita. La petición del juez Manuel García Castellón al Tribunal Supremo de que se impute al vice presidente Pablo Iglesias por el llamado caso Dina genera muchas dudas por lo inesperado y extraño del fondo del asunto. Y es extraño porque hace unos días este mismo juez devolvió a Iglesias la condición de perjudicado por orden de la Audiencia Nacional, pero al mismo tiempo el mayor problema de Iglesias ha sido la ausencia de una explicación pública clara. Todos los ciudadanos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario pero los políticos deben llevar a cabo una especial exposición pública ante los votantes. Se echa en falta una comparecencia pública de Iglesias ante los medios de comunicación para explicar estos hechos admitiendo preguntas o una entrevista en profundidad. Por otra parte, hay que aclarar cómo el contenido de la tarjeta del teléfono móvil robado terminó en el despacho del director de la extinta revista Interviú, Alberto Pozas, circunstancia por la que tuvo que dimitir de su cargo de director general de Información Nacional de la Moncloa en abril del año pasado.

Trumpiteces. Hay que reconocer que Donald Trump ha animado el panorama informativo. Sus salidas de tono y sus paranoias plasmadas en sus redes sociales resultan divertidas de lo dantescas que son. Tampoco sorprende mucho que Donald Trump llegara a la presidencia de los EEUU. El 40% de su población se declara creacionista creyendo a pies juntillas que la tierra fue creada por Dios en siete días. Si a esto le sumamos la proliferación de armas tenemos un caldo de idóneo para que alguien como Trump haya alcanzado la presidencia. Su negación de la peligrosidad del virus del Covid-19 incluso después de haber tenido que ser ingresado en un hospital le incapacita para poder ejercer su cargo. En España los negacionistas de las consecuencias fatales de este virus en el organismo humano son claros defensores de las tesis de Trump. Los manifestantes que en su día salieron a las calles más elegantes del barrio de Salamanca de Madrid a pedir libertad o no se sabe bien qué son claro ejemplo de que Trump ha sabido aprovecharse de la mentalidad ultraconservadora e ignorante que se puede encontrar en cualquier país.

A lo suyo. Se equivoca Pablo Casado en su plan de conseguir la caída del Gobierno de Pedro Sánchez oponiéndose a cualquier posibilidad de llegar a acuerdos de Estado con el PSOE. Superado lo peor de la pandemia y con la posibilidad más que cierta de poder aprobar los presupuestos generales del Estado, el Partido Popular no va a poder acabar con el Gobierno de coalición. Casado debe asumir que su estrategia no ha servido para nada. La legislatura terminará en el momento adecuado, sin adelanto electoral. Si Pedro Sánchez sigue como hasta ahora, sin cometer errores graves de gestión y sin que aparezca ningún caso de corrupción, las posibilidades de repetición de los resultados en las próximas elecciones son más que evidentes. Pablo Casado lo sabe. Como también sabe que la instrucción judicial por el caso Kitchen se cerrará algún día, celebrándose la vista oral y su consiguiente paseo de altas figuras populares por los pasillos de los juzgados, y con ello la posibilidad de una victoria electoral. El ejemplo lo tiene en el caso Gürtel, que supuso la caída definitiva de Mariano Rajoy.

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