Resplandece diría que como nunca en el asiento trasero después de convivir un mes sin un roce que llevarnos a la boca en el momento que, camino de la estación, sonó de improviso la valerosa despedida de Pau Donés y hasta el chasis se encogió al recordar a su chavala bailando el «gracias a ti/seguí remando contra la marea». Tras respirar hondo tropecé con los ojos de la mía, instante en el que me habría gustado ser Kiko Veneno para decirle «¿Cómo voy a poder devolverte/tanto como tú me das?» y no, no lo soy.
En cambio ella ha hecho la intemerata de giras. Bien pipiola se buscó la vida y sus atributos entre críos, aulas y voluntariado desde la Alemania con gen del Este hasta el sur de las Highlands, la inspiradora Montevideo, Myanmar, Madrid & Barcelona, casi ná, esta tierra suya y el suelo francés donde la mujer valiente y solidaria que es ha impartido en un idioma en el que medio se despacha a un grupo de mozalbetes sin arredrarse aunque lo suyo sea el termómetro infantil. Como una componente más de las benditas generaciones que salen al quite, y con la cruz a futuro puesta en África, ha cortado la grata experiencia docente por arrimar el hombro en uno de esos rincones en los que la vieja Europa tiene a miles de familias de tantas latitudes dejadas de la mano de Dios, de modo que escuchará a distancia el cumpleaños feliz mientras ultima la mochila.
Ya sé, es de admirar. Pero el caso es sufrir.