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José Ramón Navarro Vera

La ciudad de los cuidados

Una mujer lleva en una silla de ruedas a una persona mayor dependiente

Los altos índices de envejecimiento de la población española ha sido un tema recurrente en los medios, aunque no tanto en los discursos y en los programas políticos. Parece que han interesado más las oportunidades que generan para los negocios las personas mayores y jubilados, que sus condiciones de vida. Pero la pandemia ha puesto de relieve el binomio vulnerabilidad –cuidados que se ha visto dramáticamente materializada en las personas mayores, y nos ha revelado una realidad que ha golpeado nuestras conciencias. Si la “transición ecológica” es la respuesta de la sociedad a la emergencia del cambio climático, junto a ella, la “transición demográfica” es otro de los grandes desafíos sociales del siglo XXI definido por tres factores asociados al envejecimiento: más jubilados, más frágiles, más dependientes.

El urbanismo moderno concebía la ciudad ideal como una máquina constituida por los procesos de producción –consumo, en la que el ciudadano era un extensión de ese mecanismo: un hombre que trabaja y consume, autosuficiente, que vive en un medio higiénico y circula en su coche, para el que la enfermedad, como la vejez, son desajustes a resolver, y los equipamientos públicos sociales y de salud instrumentos de reproducción y reparación de la fuerza de trabajo. En este modelo de ciudad, el envejecimiento es el resultado de la obsolescencia de una persona humana como un mecanismo, y por tanto no es una situación que requiera de la atención pública, es un asunto privado .En la provincia de Alicante el número de plazas totales en residencias privadas para personas mayores es el 82% del total de más de ocho mil plazas ( El indicador de plazas totales por 100 persona de 65 o más años en la provincia de Alicante es de 2,4 , algo menos de la mitad de lo estipulado por la OMS .Datos de 2017).

Aunque en una ciudad adaptada para la vida de las personas mayores los espacios residenciales especializados no son la única dimensión sobre la que hay que actuar urbanísticamente, constituyen un elemento esencial que ha estado ausente en los planes de ordenación urbana, y deberían de ser piezas esenciales en una ciudad concebida desde un nuevo paradigma fundado en la ética de los cuidados. Después de lo que ha sucedido, y sigue sucediendo con la pandemia, habría que reinventar estos espacios, y su gestión, para la vida de las personas mayores según su grado de vulnerabilidad y validez. Existe una amplia y larga experiencia en algunos países europeos que han desarrollado alternativas de ordenación y diseño de espacios residenciales con cuidados vinculados a políticas públicas de gestión de esos cuidados, como en Dinamarca, en donde se fijan tres objetivos para estos programas: continuidad, autodeterminación e independencia; proyectos en los que subyace una idea esencial : que las personas mayores puedan elegir envejecer en sus casa y en sus barrios, incluso en el caso de demandar cuidados de dependencia. En España, casi el 90% de la personas mayores lo confirman.

En ese país nórdico , se pueden encontrar cuatro tipos básicos de espacios residenciales para personas mayores : viviendas con cuidados, viviendas tuteladas, viviendas con servicios y viviendas para mayores. Se trata de programas urbanísticos y residenciales vinculados a políticas públicas de cuidados. En nuestro país, están surgiendo alternativas al modelo actual de residencias, con el denominado “cohousing”, en esencia iniciativas de viviendas autogestionadas de forma participativa que suelen organizarse en cooperativas. No se trata de viviendas colectivas ni de una comuna, se proyectan como un conjunto articulado de espacios privados y públicos. Estos proyectos suelen ser iniciativas particulares, pero deberían recabar atención por parte de las administraciones incorporándolos a sus programas y planes urbanísticos.

La atención y cuidado de las personas mayores en la ciudad no puede ser entendida desde una visión “sectorial”, sino con respuestas ligadas a un nuevo modelo de ciudad, una ciudad inclusiva para todos sin distinción de género o edad, una ciudad que aporte seguridad y confianza, apoyo mutuo y emocional. Una noción de “cuidado” que implica también el cuidado y preservación de la Naturaleza. La “Ciudad de los Cuidados” sería una ciudad refundada sobre el paradigma de los cuidados, que, tradicionalmente relegados al ámbito de lo privado, deben de invocarse como derechos políticos.

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