Vamos a ver, amigo Campechano, ¿le parece a usted razonable que los españoles le paguemos la escolta en Abu Dabi o donde diantre le apetezca a usted residir?

Recapitulemos, señor nuestro.

Parece probado que ha acumulado usted un peculio más que apetitoso. Bueeeeno.

Parece probado que es usted más que generoso con ciertos humanos que poseen una dotación cromosómica doble equis, es decir, que dona pasta a ciertas, solo ciertas, féminas. Buuuuuueeeeenoooooo.

Parece probado que ha realizado usted mediaciones, negocios o actividades varias que le han reportado una cantidad de dineros difícilmente pulible por un individuo en ciento sesenta y dos visas. Buuuuuuuueeeeeenoooooo, hombre de Dios.

Vamos a admitir que lo hizo usted por el miedo quedarse sin trabajo y tener que mudarse a vivir fuera de España con su familia, como le pasó a su abuelo Alfonso. Vamos a admitir que al ser dinero obtenido más allá de las fronteras españolas, creyó usted que no era necesario declararlo al fisco patrio. Vamos a creer que como buena parte de ese dinero procedía de sus hermanos del Golfo Pérsico, que lo poseen por castigo, a usted le pareció poco menos que una propinilla de aquellos simpáticos y generosos mahometanos. Incluso vamos a admitir que una parte de esos dineros se ha invertido en España y ha generado cierta riqueza. Lo que ya es mucho admitir, dicho sea de paso, pero hoy nos sentimos generosos y admitidores.

Pero, hombre de Dios, ¿no se le ha ocurrido a usted tener un detalle con el pueblo español?

Siguiendo con nuestra reconocida generosidad, vamos a aceptar que se vaya S.M. a vivir a donde le parezca bien, en este caso cerquita de sus hermanos aturbantados. Pero le voy a dar hoy una idea: repita conmigo “Españoles: dado que soy un hombre de posibles, he decidido pagar yo mismo mi propia seguridad y la de mis allegados. Así que voy a contratar a una empresa de seguridad (española, naturalmente) para que se encargue de mi escolta y la de mi familia, incluyendo en ella a mis hijos, yernos, nietos, sobrinos… Eso si al rey lo seguís protegiendo vosotros. Y a Leticia también. Pero esta manera libero de mi guarda y custodia la nada desdeñable cantidad de 35 funcionarios de policía y guardia civil que pasan engrosar las tareas de seguridad ciudadana. No creáis que es baladí, españoles, se trata de un número significativo de funcionarios y representan un dinero extra en los presupuestos generales del Estado, que revierte directamente en vosotros. Y, sobre todo, se trata de un gesto de mi nueva política de “Pido perdón y me voy a acercando” con que os voy a obsequiar a partir de ahora, con vistas a poder vivir en la casa del guarda del palacio de la Zarzuela hacia 2075

Comprendo que el tema de mi seguridad es alto secreto, y no es por darme pisto, no. Así que no os diré cuantos funcionarios tengo asignados, pero os daré alguna pista: Hasta ahora vosotros pagáis 20 funcionarios al servicio de mi hija Helena y 14 para Cristina, que se reparten en tres equipos, porque tienen que dar servicio en Madrid, Ginebra, Barcelona y Vitoria. También la Emérita tiene sus escoltas y, fijaos bien, mi cuñada Irene dispone de su equipo de seguridad. Y, atención, hasta Iñaki Urdangarín de mis entretelas cuenta con dos polis nacionales para protegerlo.

Pues nada, españoles: que a partir de ahora yo me encargo.

No me lo agradezcáis, ¡no hace pu… puñetera falta!

Y otro día, si eso, hablamos de los coches de la familia.

Ale… un saludo desde Abu Dabi.

Seguiremos en contacto, pringa… digo, españoles.