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Vicente Magro Servet

El efecto económico de la "Buena noticia" ante el Covid

La ansiedad se ha disparado en la pandemia.

El efecto psicológico de la mala noticia ante un hecho concreto, como es el COVID en la actualidad, provoca, quizás, un mayor daño que el virus en sí mismo considerado, ya que se produce un efecto expansivo de que todo va a ir mal, y ello frena la inversión y provoca el miedo. Este factor es, en consecuencia, el elemento más destructivo que se produce ante un efecto negativo, como la situación que ahora estamos viviendo, y que esperamos todos que se resuelva más pronto que tarde.

Por ello, la sociedad, el ciudadano, lo que está necesitado, así como la economía, es de las “Good news”; es decir, esas buenas noticias que hagan ver los famosos brotes verdes de la crisis que tuvimos en el año 2007 (ya llevamos dos en pocos años). Porque recordarán ustedes aquellos momentos en los que cuando se citaba esta ya famosa expresión parecía que nos daba un vuelco el corazón para agarrarnos a un clavo ardiendo que nos diera oxígeno si contemplábamos signos de que la situación empezaba a mejorar.

Pues esto mismo es de lo que estamos ahora necesitados. De noticias que veamos en los medios que nos permitan respirar y detectar que hay soluciones, y que se nos puede hablar de “plazos” ante este grave problema que nos azota a todos. Porque ver una noticia buena es como meternos una bombona de oxígeno de la montaña y alegrarnos el día, evitando las malas noticias sobre augurios negativos que perjudican notablemente las posibilidades de recuperación económica. Porque la “buena noticia” es la mejor manera en la que la sociedad puede vislumbrar que hay luz al final del túnel y que, como tantas otras batallas que la humanidad ha librado, esta la vamos a ganar. Pero debemos insistir en que por el camino del pesimismo, o de insistir todos los días en que esto es muy grave y que va a ser difícil salir, no se contribuye a iniciar el despegue, sino que hunde más aún las posibilidades de remontar que todos queremos que aparezcan de una vez.

La psicología en este tipo de situaciones es un arma importantísima ante fenómenos graves que sufre una sociedad, porque los problemas se pueden afrontar desde el pesimismo más absoluto, o desde las ganas de que vamos a arreglarlo entre todos. Pero para que se introduzca el optimismo y la implementación de la fuerza de voluntad para sacar esto adelante hacen falta “buenas noticias”, es decir, que se destaque cada día aquello que pueda ser bueno, tales como previsiones positivas, plazos en concreto sobre los que se puede llevar a cabo el “descuento de fechas”, y perspectivas de mejora que nos permitan a todos afrontar cada día como una victoria ante el COVID.

Además, el impacto de la reiteración de las “malas noticias” provoca un incremento más negativo en personas con tendencia a deprimirse cuando ven la gravedad de una situación que se ve incrementada cuando solo se escuchan noticias de que todo va mal, y que “va a ir peor”. Pero en las personas que no tienen esa tendencia también provoca una situación de pánico que les hace retraerse en todo y a sentir una especie de “miedo escénico” que determina que hasta se pueda rendir peor en el trabajo. Por ello, es preciso destacar aquellas buenas noticias que, a buen seguro, existen cada día y reflejarlas de forma relevante para que los ciudadanos vean luz en este problema y huyan de la negatividad, así como perciban que esto se arreglará. Y no se trata de mentir, u ocultar la realidad, sino de poner énfasis en lo bueno más que en lo malo, porque el efecto psicológico que ello provoca en los ciudadanos permite afrontar el presente de otra manera, y el futuro con perspectivas de que al final esto será un mal sueño al que también pudimos vencer.

Recientemente se demostró en un estudio, aunque es una evidencia, que nuestro cerebro está programado para dar más importancia a las buenas noticias que a las malas. Faltaría más. Pero no olvidemos que, al final, ello no deja de ser más que una aspiración, o un deseo, porque si no se nos presentan las buenas noticias de ninguna manera, y se ensalzan las malas, no podemos tener la ilusión de afrontar el problema con perspectiva de positivismo.

Cierto y verdad que es evidente que hay que afrontar este problema del COVID con el espíritu de que le ganaremos, pese a que algunos (y un buen número) sigan despreciando recomendaciones y órdenes que hay que cumplir, pero nos tienen que dar, también, una “percha” de la “buena noticia” que nos haga más fácil a todos mirar al futuro con optimismo y que la economía se relance. Eso, seguro.

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