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Notas al programa

Una temporada sinfónica intensa y con incógnitas

Josep Vicent dirige esta tarde a la orquesta del ADDA con el pianista ruso Denis Kozhukhin

El pianista ruso Denis Kozhukhin. INFORMACIÓN

John Adams

(Worcester, Massachusetts,1947)

Short Ride on a Fast Machine

John Adams es uno de los músicos más conocidos e interpretados de EE UU. Autor de Nixon en China, una de las óperas contemporáneas más celebre, estrenó la breve obra que hoy abre la temporada en 1986, con la Sinfónica de Pittsburgh. Se trata de una «fanfarria para orquesta» en el estilo postminimalista que caracteriza muchas de sus composiciones. Adams se pregunta «¿Sabes cómo es cuando alguien te pide que montes en un magnífico auto deportivo y luego desearías no haberlo hecho?» al referirse a esta obra que en 2008 era «la décima obra orquestal más interpretada compuesta en los últimos 25 años».

Sergei Rachmaninov

(Oneg, Rusia,1873-Beverly Hills, EE UU, 1943)

Concierto para piano número 3, en re menor (opus 30)

El tercero de sus cuatro conciertos para piano fue escrito entre primavera y otoño de 1909 en Ivanovka, una propiedad del compositor en su país natal, pero fue estrenada por el autor el 28 de noviembre de 1909 en Nueva York, en el inicio de su primera gira por EE UU, con la Sinfónica de Nueva York dirigida por Walter Damsroch. Un año después volvería a tocarlo allí con Gustav Mahler al frente de la Filarmónica. Rachmaninov, que adquirió muy pronto la reputación del más brillante pianista de su generación, además de dirigir las orquestas del Teatro Manontov y del Bolshoi, emigró de Rusia en 1917 para actuar en Europa y EE UU, donde se asentó hasta su muerte en California. La escritura pianística del concierto número 3 es la más colorista e ingeniosa de su legado concertante y ha llegado a ser calificado como «la Sinfonía para piano» por sus combinaciones técnicas, extensas ideas melódicas y gran unidad. La unión entre piano y orquesta revela esta obra como tocada por el genio, un pensamiento musical que buscaba nuevos caminos expresivos más allá del tradicional concierto romántico.

Piotr Ilych Chaikovski

(Votkinsk,1840-San Petersburgo, 1893)

Sinfonía número 6, en sis menor «Patética» (opus 742)

El compositor escribió en la partitura autógrafa el título Symphonie Pathétique para la sexta y última de sus sinfonías, estrenada en San Petersburgo el 16 de octubre (6 de noviembre en nuestro calendario) de 1893 bajo la dirección del autor. Nueve días después del estreno se suicidó Chaikovski. En febrero había escrito a su primo Vladimir Davydov, a quien está dedicada la obra, que estaba trabajando en una nueva sinfonía que tendría un «programa fundamentalmente subjetivo». En la misiva añade que el trabajo avanzaba tan rápido que en menos de cuatro días había escrito el primer movimiento y «entreveo ya claramente los otros. La mitad del tercero ya está lista. Desde el punto de vista formal habrá muchas cosas nuevas, sobre todo el final, que no será un ruidoso allegro sino un largo adagio…» En la época del compositor ruso lo patético significaba «sufriente, impresionable, conmovedor» y no una «expresión exagerada» como se calificó a partir del siglo XX. Aristóteles, en su Poética, define lo patético como «un acontecer funesto o doloroso» que afecta al héroe de la tragedia. Schiller, en su ensayo Sobre lo patético (1793), amplía el concepto de pathos y dice que sirve para mostrar la fortaleza moral de los personajes, cuya razón se eleva sobre el dolor físico. La sexta sinfonía es la más personal de todas las obras de Chaikovski, una mezcla de angustia, cavilación y lamento que tiene su momento culminante en el «morendo» con que se apaga la orquesta en el último movimiento hasta llegar a lo que Shakespeare pone en boca de Hamlet: «el resto es silencio». Que los aplausos no nos impidan hoy escuchar ese silencio final.

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