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José Ramón Solano

Un okupa perdedor en la Casa Blanca

Un colegio electoral de Florida

Allende los tiempos, en 1970, comencé una aventura cuya experiencia me ha servido de compañera de viaje durante toda mi vida. Me adentré en un high school americano en la américa profunda, agrícola, tradicional y conservadora a ultranza; no en balde, el estado de Oklahoma, 50 años después, el todavía presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha obtenido un 65,4% de los votos del estado, lo que viene a confirmar que hay cosas que el tiempo no cambia, que permanecen inalterables generación tras generación.

Pronto me apercibí que los negros era niggers, y los blancos wasp ( blancos, anglosajones y protestantes). Si se mezclaban como agua y aceite y se agitaban, sus densidades colocaban al poco a cada uno en su sitio. A los pocos meses de iniciar el último curso antes del acceso a la Universidad, se produjo un hecho histórico que me tocó de refilón. Se conoció como busing, una especie de transporte forzado de estudiantes blancos a colegios mayoritariamente negros y viceversa, acatando la declaración del Tribunal Supremo de la nación de inconstitucionalidad de la segregación racial en las escuelas públicas. Prefiero no contarles las pesadillas que duraron cerca de dos semanas hasta que me comunicaron que no era uno de los elegidos. Años después, con un poco más de conocimiento de la sociedad americana, llegué a congratularme de que no tuviera cerca un colegio mayoritario de hispanos, porque me hubiera tocado sí o sí, incluso hoy si preguntas donde se encuentra ubicada España, el 95% responderá eso de… por allá abajo, al sur, debajo del río Bravo. Medio siglo después de lo narrado, y en un lenguaje nada ofensivo, la campaña ”Black lives matter” – Las vidas de los negros son importantes – evidencia que la segregación racial en la sociedad sigue vigente, solo que no es el Ku Klux Klan nacido tras la guerra de secesión de los estados confederados que defendían la esclavitud, sino un virus inoculado de forma imborrable en buena parte de la sociedad de la supremacía del hombre blanco que hace de las redes y las calles su vehículo de transmisión.

Precisamente en aquella época presidía Estados Unidos Richard Nixon, coloquialmente conocido desde niño como Tricky Dicky – tramposo - que ostenta el dudoso Guinness de ser el primer presidente que no termina su mandato por razones biológicas, sino por dimisión forzada por el espionaje y posterior encubrimiento demostrado de las oficinas del comité nacional del partido demócrata sitos en un complejo de edificios llamado Watergate, que, a partir de entonces, pasó a formar parte del imaginario popular, junto con las teorías conspiranoicas de la muerte de Kennedy en Dallas, las jurídicas sobre si el sexo oral en la Casa Blanca con una becaria son o no relaciones sexuales, o los más de 20.000 tuits falsos vomitados por el monstruo naranja en casi cuatro años.

Volviendo al tiempo real, el contrato de alquiler constitucional de la Casa Blanca, con todo lo que comporta, expira el 19 de enero de 2021, y al día siguiente da comienzo un nuevo mandato presidencial que emanará con los siguientes escalones temporales:

1.- A fecha 8 noviembre existe un presidente virtual, Joe Biden, que no oficial.

2.- Los estados tienen hasta el 8 de diciembre para certificar la lista de compromisarios que se envíen al Comité Electoral.

3.- El Colegio Electoral emite su voto el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre; es decir, el 14 de diciembre.

4.- El 6 de enero de 2021, el Congreso, en sesión conjunta con el Senado, cuenta y certifica los votos.

5.- El 20 de enero de 2021 se realiza la ceremonia de investidura.

Todo aparentemente muy reglado, pero la trayectoria está sembrada de un campo de minas. Sólo un reconocimiento del saliente de la victoria de Biden impediría que intervengan tribunales varios hasta llegar al Supremo ( baste recordar que el demócrata Al Gore perdió las elecciones presidenciales del 2000 por 537 votos ), que se promuevan recuentos en los estados que han dado perdedor a Trump por pequeñas diferencias, que los gobernadores de los estados induzcan a los compromisarios a votar en contra del sentir de los electores, que la polarización se multiplique en las calles y genere violencia, o llegar al absurdo de que se niegue a abandonar la Casa Blanca.

¿Verdad que sería la foto del decenio la imagen del Servicio Secreto desahuciando por la fuerza a quién ha jurado defender? Bye bye loser¡¡

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