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Mercedes Gallego

Los sonidos del silencio

Solo la acusada se libró del ruido que atronaba la sala. Ella padece hipoacusia, pero gracias al sistema habilitado pudo oír y ser oída

Dos mujeres increpan a la acusada al llegar al juicio. | RAFA ARJONES

No ha habido lunes desde hace meses, salvando los del confinamiento, que colectivos de jubilados hayan dejado de tomar la plaza del Ayuntamiento de Alicante para reclamar unas pensiones dignas a golpe de cánticos y proclamas que se meten hasta el último rincón de los edificios colindantes. Ayer no iba a ser menos y al filo del mediodía, como siempre, los concentrados comenzaron a lanzar al viento unas arengas que ahora no precisan colarse por las rendijas de ventanas y puertas desde que, por obra y gracia del Covid, se mantienen abiertas en aras a una mejor ventilación y un menor riesgo de contagio.

De par en par estaban las de la sala del jurado de la Audiencia cuando la fiscal Alicia Serra comenzó a explicar a los miembros del tribunal popular lo que espera de ellos en un caso tan dramático como el que se está juzgando: la muerte de un niño de ocho años a manos de la pareja de su padre y a cuyo cuidado se encontraba en ese momento.

Eso es lo que mantienen las acusaciones y de lo que Alejandra García, una mujer menuda de poco más de treinta años afectada por una hipoacusia que le impide oír y le dificulta hablar, pudo enterarse desde el banquillo de los acusados gracias a un sistema habilitado especialmente para este proceso y para ella, la única ajena ayer al ruido de ambiente que llegaba del exterior, que era tan estridente como molesto.

Sirviéndose de la pantalla en la que una estenotipista va escribiendo todo lo que se dice en la sala y con la ayuda de una logopeda que casi no precisa leer en sus labios para trasladar los sonidos ininteligibles para el resto de los presentes que emite la procesada, la primera jornada de este juicio anormal discurrió con normalidad.

Gracias a este apoyo, la acusada pudo declarar y responder a quien quiso hacerlo: a la fiscal y a su abogada. A las acusaciones particulares que representan a la madre de acogida del pequeño y a la Generalitat, responsable última del crío, prefirió no hacerlo. Pero también fue determinante en el buen discurrir de esta primera sesión la colaboración de todos los intervinientes, desde el presidente del tribunal, el magistrado Pablo Díez, a todas la partes (acusaciones y defensa) pasando por el jurado. Un ejercicio de responsabilidad que se agradece en un proceso tan feo como este.

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