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Vicente Gimeno: nos dejó el Mesías del derecho

Alicantino y valenciano de pro, llevó su alicantinismo en todas las instituciones donde estuvo

Vicente Gimeno.

No hay cosa que más duela que tener que escribir estas líneas. Pero la memoria de nuestro admirado y querido Vicente Gimeno merecen esto y mucho más. Porque el domingo pasado, el mundo del derecho se despertó con un tremendo mazazo, como lo fue el conocimiento del fallecimiento del insigne jurista alicantino Vicente Gimeno Sendra. La noticia que leíamos en Información, dada por Mercedes Gallego, fue impactante cuando abrimos el diario a primera hora, y resquebrajó los cimientos del mundo del derecho ante la pérdida de uno de los mejores juristas que ha dado nuestro Estado de derecho. Alicantino y valenciano de pro, llevó su alicantinismo en todas las instituciones donde estuvo.

Ha sido maestro de muchos juristas alicantinos que estamos ejerciendo el derecho gracias a sus enseñanzas cuando era profesor de derecho procesal de una incipiente Universidad de Alicante, que empezaba dar sus primeros pasos en aquél vetusto campus de una parte de lo que ahora constituye nuestra Universidad alicantina.

Vicente Gimeno era de esas personas que conoces y te das cuenta a las primeras de cambio que es distinto a los demás, y que consigue una inmediata ascendencia en quienes le escuchan. Pocas personas he conocido con la capacidad de transmitir con una claridad demoledora y exclusiva de mentes tan privilegiadas como la suya, que era capaz de dar una respuesta a un problema jurídico con la absoluta convicción que esa era la verdad ante una duda interpretativa sobre una norma jurídica. Lo decía y escribía con una claridad y poder de convicción que sabías que esa era la respuesta. No había otra. Tranquilo en sus exposiciones, pero contundente en sus afirmaciones. Y siempre con esa sonrisa suya característica. Era un jurista de masas.

Vicente Gimeno tenía la virtud de saber explicar con fundamentos, concreción y claridad expositiva lo que opinaba sobre determinada cuestión jurídica, y era muy difícil rebatirle sus argumentos por la solidez con la que los explicaban y la contundencia y determinación de sus conclusiones jurídicas. Cuando hablabas con él de derecho sabías que si decía algo esa era la verdad absoluta, porque te encontrabas ante esas pocas personas con las que te das cuenta que cuando hablan de derecho esa respuesta que dan al problema que se plantea es la respuesta correcta y que no puede haber otra.

Fue profesor mío de derecho procesal en la Universidad de Alicante cuando yo contaba 21 años y el 32, y un buen día tomando un café con mi admirado profesor le empecé a hablar de mis inquietudes en cuarto de carrera para optar a la judicatura. Lo hice en aquella vieja cafetería que muchos recuerdan del antiguo hangar de la Universidad alicantina. Fue la primera persona con la que traté ese tema de intentar ser juez. Y lo fue por la admiración que me producían las extraordinarias clases de derecho procesal que impartía, y con una edad tan joven que él tenía, pero que a mí me parecía como si tuviera muchísima mayor edad por la sabiduría que desprendía de sus enseñanzas. Era como si te diera clase un libro abierto. Embaucaba con su forma de explicar y pocos lo pueden hacer. Es una virtud que pocos poseen. Y tenía esa exclusividad que es un don absoluto. Y dicen que cuando te gusta una rama del derecho lo es porque el profesor de la Universidad donde estudias la carrera es un gran transmisor de conocimientos y un extraordinario profesor que hace que estés deseando que llegue esa clase de la asignatura que está impartiendo.

Vicente Gimeno Sendra ha sido un Mesías del derecho por la gran cantidad de seguidores y admiradores que le seguimos. Ha dejado una gran escuela, grandísima. Porque somos muchos los que ejercemos el derecho gracias a él, por lo que la muerte de Vicente provoca un grandísimo dolor y vacío en el derecho español. Quedan sus obras y sus artículos doctrinales llenos de sabiduría en los que transmitía la verdad absoluta. Lo que decía Gimeno Sendra sabías que era la verdad. No había alternativa jurídica si él mantenía una tesis concreta. 

Su familia, su mujer, sus hijos, todos ejerciendo en el mundo del derecho, saben mucho más que nadie lo que acabamos de comentar y, además, su cariño hacia ellos. Lo veía con su mujer, Cristina, por Madrid de vez en cuanto, porque iba a ver a su hijo Jordi que allí se encontraba trabajando, porque Vicente lo hacía en Alicante y lo veía más.

Nos deja un grandísimo legado que será en el recuerdo permanente de la razón jurídica. Nos hemos quedado sin el físicamente, pero espiritualmente siempre estará en la mente de todos los juristas. Aunque el derecho se ha quedado totalmente huérfano. Y de padre Y madre al mismo tiempo. Descansa en paz Vicente y muchas gracias por todo lo que nos has dado.

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