Bajo la denominación de Personal Docente e Investigador se incluye a las personas que nos dedicamos en la Universidad a la docencia, a la investigación y a la transferencia de conocimiento. En definitiva, lo que la sociedad entiende como profesores y científicos. Pero los profesores, entre los que me encuentro, son también un colectivo diverso, tanto por los campos de conocimiento a los que se dedican, como a su condición de personal laboral o funcionarial, por su nivel en la carrera académica, por su edad, o por su temporalidad.
Sin embargo, todos ellos tienen en común la vocación docente e investigadora, y la necesidad de adecuar ese ejercicio a unas condiciones que les permitan revalidar y confirmar esa vocación. El ejercicio de la docencia en estos momentos es una actividad mucho más compleja que la de dar clase en un horario determinado. Primero, porque las sucesivas reformas de los planes de estudio han iniciado modelos basados en la evaluación continua, en la dirección de Trabajos Fin de Grado y Máster (TFG, TFM), en la tutorización de prácticas curriculares y extracurriculares, y en la actualización constante de contenidos. Además, la docencia está sometida a evaluación y autoevaluación, y en el ejercicio de la función docente se han integrado como instrumento indispensable de la “docencia postpandémica” las nuevas tecnologías. Creo que lo primero que debemos hacer es aumentar el reconocimiento integral de todas las tareas de dedicación docente, investigadora, de transferencia y gestión, y disminuir y optimizar las tareas de gestión realizadas por el PDI en docencia e investigación. La simplificación de los procedimientos administrativos y una auténtica digitalización con la implantación de una e-adminiatración, ayudará a acabar con una burocracia que entorpece las verdaderas tareas a las que se debe dedicar un profesor de universidad.
Con respecto a las plantillas, son tres los objetivos: formar a nuevas generaciones de profesores y científicos que han tenido muy difícil desde hace más de una década el acceso a la carrera docente e investigadora, estabilizar las plantillas y reducir la temporalidad y precariedad de algunas figuras docentes como la del profesorado asociado. Asimismo, debemos estabilizar y promocionar a figuras investigadoras como los contratados predoctorales y postdoctorales. Unas buenas condiciones laborales y el estímulo por el desarrollo de una carrera profesional está en la base del buen ejercicio de la función docente e investigadora.
En este sentido, me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que el carácter vocacional de la docencia y la investigación, no debe ser óbice para que su desarrollo se corresponda con unas condiciones laborales dignas en el ejercicio de dicha vocación, incluso en los niveles más tempranos. Debe desmitificarse el estereotipo del profesor e investigador obsesionado con su trabajo que sólo vive para la Ciencia y renuncia a una vida personal plena. Del mismo modo que hay que tener en cuenta que entre los recursos humanos de la investigación, se incluyen no solo el personal docente e investigador, sino otras figuras contempladas en la ley de la Ciencia, que abarcan también al personal contratado con cargo a proyectos y a los técnicos y auxiliares de investigación.
Para cumplir estos objetivos es muy importante que los planes de financiación de las Universidades contemplen los resultados de la investigación y la calidad docente. Que se aumente la financiación en la etapa postdoctoral y se contemple una carrera investigadora indefinida en el tiempo, que permita desarrollar la labor investigadora en unas condiciones económicas y laborales dignas. La creación por parte del President de la Generalitat Valenciana de una comisión de expertos para el estudio de la financiación de las Universidades es una excelente noticia, que pensamos debe resolver estos problemas.
Finalmente, y tras reconocer una vez más la encomiable labor realizada por el PDI durante la crisis sanitaria, y el esfuerzo realizado en la llamada docencia dual, hay algo que debemos recuperar desde ya, y que no cuesta dinero: el respeto y la dignificación de la profesión docente. Somos profesores porque queremos serlo. Todos recordamos, por mucho tiempo que pase, quienes fueron nuestros profesores en todas las etapas de nuestra formación, y no hay mayor satisfacción para nosotros que el respeto y la consideración de nuestros estudiantes. Queremos ser profesores, pero sobre todo queremos ser Maestros, como aquellos de los que se aprende y tener estudiantes, como aquellos a los que ayudamos a formar. Pondremos todo nuestro empeño para que así sea.
