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Sí, me gusta

El Belén gigante de Alicante

“Pues a mí, me gusta”. Esta es la frase que más estoy utilizando últimamente. Y la digo siempre como respuesta a quien me interpela, habitualmente de forma negativa, sobre el Belén de la Plaza del Ayuntamiento. Porque es así: a mí, me gusta. Aunque quiero aprovechar este espacio para matizar. Cuando digo que me gusta, no me refiero al aspecto estético del nacimiento, que sinceramente es lo de menos, sino a la iniciativa, la que califico como un rotundo éxito.

Soy de los que piensa, y aquí creo que todo el mundo coincide, que todo euro de inversión pública debe tener un retorno a la sociedad. A partir de ahí están los que creemos en el efecto multiplicador de la inversión y los que, mirando a más corto plazo, se conforman con un retorno en forma de servicio directo e inmediato. Estos días, por ejemplo, leía en estas mismas páginas la mucho más que respetable opinión de Óscar Banegas, al cual no tengo el privilegio de conocer, que en perfecta aplicación de la segunda de las teorías sobre inversión pública decía que los 138.000 euros que ha costado el Belén se podían haber invertido en contratar enfermeros. Dejando de lado las cuestiones de competencias, y dando por bueno su argumento, es cierto que dicha inversión podría haber sufragado parte de la sanidad pública. En concreto, estimo que con ese dinero alcanzaría para contratar a ocho enfermeros durante tres meses, no más. ¿Hubiera sido buena inversión? Pues miren, no hubiera estado mal, pero eso es poner el foco en el nivel asistencial de la inversión. Dicho gasto no genera riqueza. Dicho gasto no genera flujo de visitantes en la ciudad. Dicho gasto no enriquece. Así que dejémonos de paleolíticas y populistas visiones de la inversión pública y aplaudamos acciones valientes que están resultando un verdadero éxito, provengan de quien provengan.

Estos días, las principales televisiones del país ya se hacían eco del Belén gigante y eso es una publicidad impagable. No tienen nada más que consultar las fotos en redes sociales para dar por hecho que el Belén va a ser visitado por miles de personas, muchísimas de ellas de fuera de la ciudad, que atraídos por la curiosidad vendrán a visitarnos. Quizás a muchos les repela estéticamente, pero ya da lo mismo: están en nuestra ciudad, y el comercio y también la hostelería se beneficiará sin duda. Y aquí radica el efecto multiplicador de la inversión. Si el comercio por ejemplo se mueve, aumentarán las ventas, se creará empleo, directo e indirecto, (vendedores y proveedores para que se me entienda), aumentando la base de personas con mayor capacidad de consumo, que gastarán en sus barrios, ampliando geográficamente los beneficios de la inversión, redundando finalmente en mayores ingresos de la administración vía impuestos (principalmente IVA), lo que permitirá, por ejemplo, no contratar simplemente a ocho enfermeros durante tres meses, sino sacar una oferta pública para médicos o enfermeras si así se desea. Sé que para personas y partidos cuya anchura de miras no llega al fin de semana es difícil de comprender, pero es así.

Es por eso, por lo que digo: “Pues a mí, me gusta”

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