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Fernando Ull

El ojo crítico

Fernando Ull Barbat

No sea cateto: vacúnese

La vacuna de Moderna.

En algún momento de los últimos años se extendió en España la moda de ser un conspiranoico, es decir, adherirse a teorías sin sentido respecto a cualquier clase de suceso que pueda ser explicado perfectamente mediante la ciencia o la lógica. Las teorías conspiranoicas comenzaron en los sectores más ultraconservadores de EEUU, lunáticas opiniones sin ninguna base científica que crecieron de manera rápida sin atisbo de vergüenza al expresar argumentos del tipo que existen acuerdos para dominar el mundo por parte de grandes corporaciones utilizando la telequinesis o que los extra terrestres llevan miles de años viviendo entre nosotros. Reunidos en torno al movimiento tea party y con la participación de radios y la cadena de televisión FOX, fue el principal sustrato gracias al cual Donald Trump fue elegido presidente de los EEUU.

En España las teorías conspiranoicas comenzaron a popularizarse a partir del atentado del 11M en 2004. Durante años hemos tenido que aguantar que ciertos periódicos y radios hayan sustentado la teoría de que este terrible atentado fue obra de un contubernio entre el PSOE, los servicios secretos del Gobierno de Marruecos y un grupo de policías fieles al entonces ex ministro de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba. Desde ese momento se abrió la espita de los bulos y las noticias falsas cuyo último objetivo ha sido la pandemia y la vacuna contra el virus Covid-19 que en unas semanas comenzará a utilizarse en España.

Los últimos meses hemos podido ser testigos en España de manifestaciones negacionistas de la propia existencia de la enfermedad cuyos eslóganes hacían referencia a una supuesta pérdida de la libertad individual, a imitación de esos personajes de las películas norteamericanas que culpan de todos los males a los burócratas de Washington, son muy devotos y se carcajean de los defensores del medio ambiente. Sabido es que en nuestro país, y gracias a la ciencia infusa, cualquiera sabe de medicina, derecho, arquitectura y ordenación del tráfico en las ciudades, pero este desprecio por el aprendizaje y la ciencia llevado al extremo ha tenido como consecuencia que en la sociedad española se ha extendido la idea de que la vacuna contra el covid-19 puede no ser segura con el único argumento de haberlo leído en alguna página web negacionista y conspiranoica cuyo principal cometido es ganar notoriedad o dinero gracias a la publicidad o a las peticiones de pequeñas cantidades de dinero voluntarias imprescindibles para “poder seguir luchando por conocer toda la verdad”.

Resulta sorprendente que en la época histórica donde el hombre tiene un mayor acceso a la cultura, el aprendizaje y la educación gracias a las nuevas tecnologías, internet y la edición masiva de libros y revistas especializadas, al mismo tiempo proliferen teorías absurdas y ridículas como que esta pandemia ha sido un invento de Bill Gates para poder introducir un chip en la vacuna que se descubra para mitigarla y así controlar nuestras mentes gracias a la tecnología 5G.

Estábamos acostumbrados a que la Iglesia Católica haya tenido desde siempre una opinión negativa de la ciencia y de la medicina en general ya que para ella las enfermedades son obra de Dios y él es el único que puede decidir sobre la vida y la muerte de las personas, pero hay que reconocer que las teorías absurdas que han surgido con ocasión de la pandemia por Covid-19 se ha superado la tradicional oposición católica a los adelantos humanos en materia de medicina. Y ello a pesar de declaraciones estrambóticas como la del presidente de la Fundación San Antonio, dueña de la Universidad Católica de Murcia, frustrado médico que no terminó la carrera de medicina, que siempre que tiene un micro delante hace referencia al famoso chip (él lo llama chis) que al parecer han introducido en las dosis de la vacuna todas las farmacéuticas que la han producido. Por no recordar al arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que hace unos meses aseguraba que las vacunas contra el covid que estaban en proceso de descubrimiento habían sido posibles gracias a la utilización de células de fetos abortados lo cual, por supuesto, era obra del diablo.

Si a los bulos provenientes de sectores ultracatólicos les sumamos las declaraciones estrambóticas de cantantes como Miguel Bosé o Alaska dando apoyo a teorías e ideas fuera de todo sentido sobre esa supuesta orquestación mundial de los Gobiernos en connivencia con oscuras logias de poder para controlar a los seres humanos, el resultado es desalentador habida cuenta la de gente que puede verse influida en su decisión sobre si vacunarse o no contra el covid-19. Solo falta el dictador Franco y su clásica conspiración judeo masónica.

Las vacunas de todas las compañías farmacéuticas que ya se están produciendo a millones para poder suministrarse a todos los países son imprescindibles para dejar atrás el infierno (este sí que existe de verdad) económico y sanitario que hemos sufrido este año. Han sido desarrolladas conforme a técnicas de laboratorio ya creadas y experimentadas con anterioridad, probadas en miles de voluntarios y aprobadas por las Agencias de Salud europeas.

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