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Juan José Millas

Sintaxis y sindéresis

Pablo Casado.

La fórmula “familiar o allegado” constituye un modo de decirnos que hagamos lo que nos dé la gana y de delegar por tanto en los contribuyentes una responsabilidad gubernamental, aunque guardando la ropa para, si en enero llegara la catástrofe, poder asegurar que fuimos avisados.

-Te lo dije.

En algunos matrimonios se usa mucho la fórmula del “te lo dije”. Hay parejas cuyos miembros viven para llevar razón permanentemente frente al cónyuge. Contabilizan los “te lo dije” como se contabilizan los goles en un partido de fútbol. A final de año suelen poner el contador a cero. Yo he oído, en un velatorio, lanzar un “te lo dije” al muerto. Provenía de su viuda, que de ese modo ganaba definitivamente la partida.

Las relaciones que los políticos en general han comenzado a establecer con los votantes se parecen un poco a la de estos matrimonios. Cuando nos aseguran que podremos salir de una ciudad confinada solo para cenar con familiares o allegados, están diciendo en realidad que no podrá abandonar esa ciudad nadie, excepto aquel que la abandone. En otras palabras: que podremos abandonarla y no abandonarla. De ese modo, las autoridades sanitarias llevarán razón tanto si la curva aumenta como si disminuye.

Cuando Casado se muestra simultáneamente como un líder de derecha y de extrema derecha, pretende, igual que determinados antibióticos, cubrir un amplio espectro. Intenta servir para los dolores de cabeza y para los del corazón. Procura, una vez más, nadar y guardar la ropa, que es lo mismo que hacen, en fin, sus portavoces, quienes aprueban y desaprueban a la vez que una banda de facciosos armados pretendan fusilar a 26 millones de españoles.

Seguramente no hará falta que nos fusilen porque, entre unos y otros, nos tienen confundidos, que viene a ser una manera de estar fuera de juego. Se comienza perdiendo el sentido de las palabras y se acaba perdiendo el sentido de la realidad. Nuestros líderes están en eso: en que perdamos el sentido de la realidad. Y han descubierto que para ello no es preciso ejecutar a nadie, sino poner bombas en los bajos de la sintaxis y de la sindéresis.  

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