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Juan Carlos Padilla Estrada

La Commonwealth mediterránea

Actualmente, la reina Isabel II es la cabeza de la organización, según los principios de la Mancomunidad, «símbolo de la libre asociación de sus miembros»

COMUNIDAD VALENCIANA.-Compromís defiende en las diputaciones una financiación justa de ayuntamientos y mancomunidades

Leo que el señor Puig, don Chimo, a la sazón presidente de la Generalidad Valenciana, ha ido a Barcelona a proponer que la Comunidad Valenciana y Cataluña formen una mancomunidad de intereses ante el nuevo escenario económico y político que se abre con los fondos europeos para la recuperación.

Y Puig utilizó una expresión sugerente: La Commonwealth mediterránea.

Vale, vale. Comencemos por ahí: La Mancomunidad de Naciones (Commonwealth of Nations), antiguamente Mancomunidad Británica de Naciones, es una organización compuesta por cincuenta y cuatro países soberanos que​ comparten lazos históricos con el Reino Unido.

Se pretende entre ellos una cooperación en asuntos políticos y económicos y, aunque no se presupone la sumisión a la corona británica, sí es cierto que se respeta al monarca del Reino Unido. Actualmente, la reina Isabel II es la cabeza de la organización, según los principios de la Mancomunidad, «símbolo de la libre asociación de sus miembros».

Bien. Conocido el antecedente de lo que estamos hablando, continuemos.

Lo que el señor Puig –no confundir con Puigdelmonte- pretende es crear una mancomunidad de intereses por encima de las diferencias políticas y sin interferir en los asuntos de cada casa. Una asociación abierta a Baleares y, quizá, a Murcia y Aragón.

Aunque la historia es algo más antigua: Comienza hace diez años con la ocurrencia de un geógrafo valenciano llamado Josep Vicent Boira, un convencido del corredor mediterráneo, que actualmente es comisionado del Gobierno de España para el seguimiento de las obras de este eje. Este erudito arrancaba su propuesta de la Exposición Regional Valenciana de 1909, con fuerte participación de la industria catalana, y propone superar los enfrentamientos políticos y emocionales entre ambas comunidades, algo que se da desde antiguo y que alcanzó el nivel rojo durante la transición y que aún hoy genera suspicacias.

El señor Boira lo sintetiza en una sentencia inteligente: Ni Països Catalans, ni anticatalanismo visceral, optemos por una mancomunidad de intereses.

Bueno, pues parece sensato el asunto. Una asociación entre comunidades vecinas, que comparten además de una cierta historia unos lazos sociales, comerciales e incluso afectivos, parece adecuada.

Y además, me parece, se trataría de una idea que podría calar en el resto de España. La tendencia a formar núcleos supracomunitarios de intereses, asociaciones tanto comerciales como sociales, podría superar el actual atolladero de estos 17 Reinos de Taifas en que se ha convertido la piel de toro. Podríamos comenzar por unir el corredor mediterráneo –sensu amplio- con el corredor del Ebro, a lo que podría seguir una asociación del País Vasco con Navarra, La Rioja e incluso Asturias. Y quizá una gran región del oeste, con especial vinculación con Portugal.

Estas súper regiones podrían superar el mapa autonómico actual, dentro de una España que debería ser sensible a las diferentes necesidades de sus regiones, potenciando todo aquello que las une y dejando que sus asociaciones florezcan, sabiendo que lo que es bueno para las regiones será bueno para el país.

Y quizá esos nuevos vientos se lleven los viejos deseos de separación, al entender –como lo hacemos todos menos los separatistas fanáticos- que fuera de España y de la Unión Europea no hay futuro.

Quizá sea esa la mejor manera de potenciar este viejo estado llamado España, porque visto lo visto, las tensiones centrifugas van a ser difíciles de resistir los próximos años. Y no digamos la existencia de la Corona, actualmente haciendo equilibrios en una cuerda floja agitada desde demasiados lugares.

No sé si eso es lo que pretendía el señor Puig, pero me parece que es una derivada obvia de su planteamiento. Aunque si sus intenciones fueron otras, le presento mis más humildes disculpas.

Por cierto, Puig significa elevación del terreno.

De nada. 

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