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Fernando Ull

El ojo crítico

Fernando Ull Barbat

La Europa negra

Europa.

Nunca el sentimiento europeo

ha sido tan vigoroso como ahora

ni el nacionalismo tan inútil

Javier Reverte (El río de la luz)

Si no tenía la Unión Europea mil y un problemas por resolver como consecuencia del brexit del Reino Unido, problemas que amenazan con enquistarse por la sinrazón del primer ministro tory al pretender conservar los privilegios de ser miembro de la Unión Europea en materia económica, la revolución conservadora e integrista que se ha hecho fuerte en algunos países del este también supone un riesgo para el futuro de la Europa democrática defensora de las libertades individuales y de los derechos humanos tal y como la conocemos, por cuanto amenaza con extenderse por otros países en los que están surgiendo partidos políticos con ideas carcas y ultraconservadoras gracias al apoyo de una parte de la sociedad de estos países. No hay que olvidar que no surgen de la nada. Son apoyados por un grupo de votantes cuyo número fluctúa según la elección que se trate y la experiencia demuestra que una vez que uno de estos partidos logra meter la cabeza en el panorama electoral su desaparición es muy difícil porque cuando en una democracia desaparece la vergüenza de votar a partidos homófobos, racistas y clasistas la vuelta atrás resulta casi imposible.

El último ejemplo de esta expansión de las ideas ultranacionalistas católicas ha sido la reforma constitucional aprobada hace unos días en Hungría, auspiciada por el partido ultraconservador del primer ministro húngaro Viktor Orbán, por la que a partir de ahora queda en este país prohibido por mandato constitucional que las parejas homosexuales y las personas de manera individual puedan adoptar. Esta última prohibición se debe al hecho de que como con anterioridad el colectivo LGTBI no podía adoptar, los homosexuales y lesbianas se vieron abocados a hacerlo de manera individual. Para cerrar cualquier posibilidad la Constitución húngara establece que a partir de ahora la familia la forman únicamente un hombre y una mujer dejando bien claro que el sexo al nacer determina el género, es decir, que cierra la puerta a la libre elección de identidad sexual cuando la persona crece y se desarrolla. Para más inri hay que recordar que el ponente de esta reforma constitucional fue József Szájer, el eurodiputado húngaro famoso por su homofobia que fue pillado por la policía hace unos días descendiendo - casi desnudo y con una mochila cargada de varios tipos de drogas - por una tubería de la fachada del edificio donde estaba participando en una orgía con veinticinco hombres.

Resulta muy difícil entender el hecho de que en España haya miles de homosexuales y lesbianas que votan al Partido Popular, un partido que si por algo se ha caracterizado ha sido por su ataque constante a la libertad sexual en España negando el matrimonio homosexual, producto, imagino, de la herencia franquista de la que sigue sin poder desprenderse, así como por su íntima vinculación con la jerarquía católica española. Un partido que, en compañía de VOX, niega el derecho más básico de cualquier persona a poder elegir de manera libre con quién quiere compartir su vida y la manera de expresar sus sentimientos, difícilmente puede hablar de libertad.

La derecha española lleva quince años dando la matraca con el famoso España se rompe y con la defensa a ultranza del concepto de familia que defiende, modelo que, por supuesto, es el único posible. Sin embargo, mucho me temo que ni España se ha roto, a pesar de las meteduras de pata del PP en materia territorial que han dado alas a los independentistas catalanes, ni la familia ha desaparecido. Es más, el modelo territorial de las comunidades autónomas sigue adelante y la sociedad española ha evolucionado admitiendo de manera generalizada la existencia de varias clases de familias sin que ello haya ocasionado ningún cataclismo de consecuencias tremebundas.

Pero lo que subyace debajo de estas reformas ultraconservadoras, que también están ocurriendo en Polonia con su reciente política anti abortista, es la intención de socavar el acervo con el que nació la unión de los distintos países que quedaron destrozados después de la Segunda Guerra Mundial, un conjunto de normas, pero también un componente ético, social y moral en el que los derechos humanos y la libertad de conciencia forman la base de la actual Europa. Los partidarios del ultra liberalismo político y económico, así como los defensores de una sociedad tradicionalista en su sentido más caduco y rancio, dijeron que la aparición de nuevos partidos de izquierda (Syriza, Podemos) suponía el fin de Europa. Sin embargo, el verdadero reto al que se enfrenta la Unión Europea es al populismo de derechas; una mezcla de ideas religiosas, nacionalismos exacerbados y odio a los inmigrantes que pretende socavar los principios básicos en que se fundamenta la actual Europa.

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