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Crisis económica 2008 vs 2020

Estas dos etapas críticas de la economía española pueden parecer iguales a los ojos del profano, pero analizándolas un poco a fondo, vamos a ver que contienen notables diferencias.

La crisis del 2020 ha obligado a las empresas a revisar su estrategia, ajustar con urgencia su modelo de negocio y adoptar las medidas necesarias para sobrevivir, sobre todo con el objetivo de superar las tensiones de liquidez. Esto ha impactado en la propuesta de las compañías, pero también en los trabajadores y consumidores y, en consecuencia, en la caída generalizada de la demanda. Al estar causada por el parón repentino de la economía en conclusión de la pandemia, ha resentido tanto la oferta como la demanda. Es una recesión cíclica, de momento no llega a ser sistémica, pero más brusca que la ya vivida anteriormente.

La crisis de 2008 fue de origen financiero y además fue sistémica, conocida como la Gran Recesión. Se acumularon desequilibrios en muchas economías al mismo tiempo por una burbuja inmobiliaria y financiera, con un elevado nivel de endeudamiento de empresas y hogares, y un excesivo apalancamiento de gran parte de la organización financiera. Se resintió la demanda por la desconfianza en el sistema económico.

Si comparamos los datos económicos de los periodos entre las dos crisis, el primero que se dio en los años 1996-2007 y el segundo en 2014-2019, comprobamos que en el último caso, la situación de partida de 2020 es de menores desequilibrios, y las empresas y hogares están menos endeudados. El sistema financiero está saneado y los bancos capitalizados.

Sin embargo, se prevé que la crisis del 2020 tenga un mayor impacto que la anterior recesión financiera. Como en la crisis de 2008, la economía se vuelve a contraer y aumenta el desempleo, aunque las causas sean diferentes. Hay un problema de alto paro estructural. A esto se añade una gran incertidumbre. El Fondo Monetario Internacional predice que el PIB mundial caerá un 3% en este año, frente al 0,1% en 2009. En España caería entre el 10,5 % y el 12,6 %.

Otro gran problema es el déficit público. En esta segunda etapa, mientras el sector privado lograba alcanzar un superávit del 6,6% del PIB, las AAPP han aumentado su relación entre deuda y PIB en más del cincuenta por ciento y, a día de hoy, supera la media del endeudamiento soberano de Europa en casi veinte puntos porcentuales. Aunque éste se deba en parte a la anterior crisis, no se han aplicado medidas para reducir la deuda estructural y total en la fase de crecimiento posterior.

Por otra parte, la economía española es más propensa a sufrir impactos negativos elevados, por las fallas del modelo productivo y la gran dependencia de:

El sector turístico. Supone el 14,3% del PIB (frente al 9,5% de la UE) y casi el 14% del empleo total. Esta aportación al PIB es mayor que la de los países con más peso en la UE. Sin embargo, nuestra economía es menos dependiente de sectores a los que no afectaría tanto la crisis: la industria o las actividades profesionales y científicas (con un peso sobre el PIB del 9% y 12% respectivamente, comparado con un 12% y 16% en la UE).

El sector servicios y actividades con un mayor valor añadido bruto como el comercio minorista, el transporte, la automoción y la hostelería. Aportan el 32% del VAB del sector servicios. Precisamente, estas actividades se han tenido que suspender temporalmente. Además, tienen menores niveles estructurales de capital y liquidez: 0,6 veces la ratio de capital y 0,8 veces la ratio medio de liquidez que el promedio del conjunto de sectores.

Un tejido empresarial formado sobre todo por PYMEs, las empresas más vulnerables en una crisis. Entre los años 2007 y 2013, el número de pequeñas empresas disminuyó cuatro veces más que otro tipo de compañías. La estimación actual es que, si la situación se mantuviera tal y como está, hasta un 55% de las PYMEs europeas cerrarán en un plazo de doce meses. Pero si empeorara, la podrían hacerlo hasta el 77% de ellas.

Según los últimos estudios, la crisis del 2020 podría provocar que la probabilidad de insolvencia de las compañías españolas se multiplicara por más de tres veces, sin tener en cuenta las medidas de mitigación del sector público. Ésta podría multiplicarse hasta ocho veces en la industria de la hostelería. Los del ocio, transporte, logística o automoción, incrementarían esa posibilidad entre cuatro y siete veces. Todo ello implicaría una profunda crisis económica en la que un gran número de empresas tendría que cerrar no sólo por problemas de liquidez a corto plazo sino por sus posiciones estructurales de deuda y de capital. Además del gran impacto social que provoca el cierre de cada negocio o empresa.

Las actuaciones de las autoridades económicas han sido rápidas y contundentes, y hay fondos europeos para la recuperación. Pero esta exigirá gran esfuerzo y colaboración entre los sectores público y privado para tomar medidas financieras determinantes. Aunque la reparación no será igual en todos las industrias y empresas.

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