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Manuel Desantes Real

¿Dónde esta Europa? (13)

Manuel Desantes Real

El año en el que rebrotó la construcción europea

Bandera de la Unión Europea.

 Niego la mayor. No ha sido este un año para olvidar, sino para recordar. Lo escribo con el dolor de haber perdido a muchos seres queridos, como todos. Pero también sabedor de que este año hemos ganado muchas cosas: una de ellas, el reencuentro con el valor de pertenecer a esa amalgama de culturas viejas que supieron liderar el orbe durante muchos siglos, que trajeron sangre y dolor pero también progreso, estado de derecho y paz. Por eso quisiera recordar hoy seis buenas noticias que en el 2020 nos hicieron sentirnos orgullosos de nuestra pertenencia al proyecto común europeo.

Primera buena noticia Tras unos momentos iniciales de desorientación, las instituciones de la UE dieron un decidido paso hacia adelante y han contribuido en este período de manera decisiva a disminuir el impacto de la pandemia. Las medidas de ámbito sanitario son ingentes: compra de material, acuerdos de adquisición de vacunas, intercambio de experiencias y análisis de datos, activación del Instrumento de Ayuda de Emergencia para apoyar directamente a los sistemas sanitarios de los Estados miembros, desarrollo de una estrategia coordinada para el despliegue y la distribución de vacunas y, por fin, la propuesta de creación de una Unión de la Salud.

Segunda buena noticia. La respuesta de apoyo a las personas y a las empresas a corto plazo no se hizo esperar. Entre otras muchas medidas, y con independencia de los ingentes créditos ofrecidos por el BCE y el BEI, conviene recordar la adopción de un Marco Temporal que permite utilizar plenamente la flexibilidad prevista en las normas sobre ayudas estatales, la activación de la cláusula general de salvaguardia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el lanzamiento de la Plataforma Europea de Datos sobre la COVID-19, la adopción de un paquete bancario para facilitar que los bancos concedan préstamos a familias y empresas, la emisión de bonos sociales para ayudar a proteger el empleo o la aprobación de una ayuda financiera de 81.400 millones de euros a los Estados miembros con cargo al Instrumento SURE.

Tercera buena noticia. La respuesta económica a medio y largo plazo fue cobrando forma paulatinamente hasta que el 11 de diciembre el Consejo Europeo desbloqueó -bien que con un ardid que seguramente levantará ampollas en el Parlamento en su momento- el veto de Hungría y Polonia a la adopción final de todo el paquete financiero y presupuestario por un total de 1.8 billones de euros, que podrá empezar a aplicarse a partir del 1 de enero de 2021.

Cuarta buena noticia. La respuesta económica a la pandemia ofreció una nueva oportunidad: priorizar la acción por el clima. No habrá otra oportunidad como esta para acelerar la transición ecológica y modernizar las economías del viejo continente en busca de un desarrollo sostenible: al menos el 30% del importe total de gasto debe ser destinado a este fin. Por otra parte, el Consejo Europeo de 11 de diciembre instó a velar porque la política comercial de la UE y sus acuerdos comerciales fueran siempre coherentes con esta prioridad y refrendó el nuevo objetivo vinculante para la UE de reducción interna neta de las emisiones de gases de efecto invernadero, de aquí a 2030, de al menos un 55 % con respecto a los valores de 1990. El Parlamento y el Consejo están obligados a reflejar este nuevo objetivo en la Ley Europea del Clima que debería adoptarse en el año 2021.

Quinta buena noticia. Se evitó in extremis el “Brexit duro”. Como nos tiene acostumbrados ya desde sus orígenes, el proceso de integración europea avanza a golpe de acuerdos fraguados en la prórroga, y en este caso no podía ser menos: ya con la mesa puesta para celebrar -en la intimidad- la Nochebuena llegó la fumata blanca y evitamos por los pelos otra catástrofe. Es verdead que el Acuerdo EU-UK se enmarca en un contexto de área de libre comercio privilegiada, pero deja fuera muchas materias de gran relevancia que tendrán que seguir negociándose a lo largo del año que viene como la cooperación en materia de seguridad y política exterior, los servicios financieros, el intercambio de estudiantes, la cooperación judicial en materia civil … o el régimen de Gibraltar. Con todo, hay que alegrarse: el Reino Unido sale de la UE … pero entra en Europa.

En fin, este año ha sido el del despertar del Parlamento Europeo, y es ésta una noticia -la sexta- que merece destacarse. Antaño cementerio de elefantes, hoy los ciudadanos europeos tenemos la fortuna de contar con un grupo numeroso de eurodiputados jóvenes -muchos de ellos españoles- que, provenientes de casi todos los colores políticos, han entendido que es el momento de trabajar juntos por la construcción europea y de reivindicar con hechos la relevancia de una institución que debe ser capital en el avance de la UE hacia una verdadera estructura federal. Los lectores de este periódico conocen bien el buen hacer de Domènec Ruiz Devesa, siempre atento a explicar de forma sencilla desde dentro lo que algunos apenas farfullamos desde fuera. Ojalá los políticos españoles que juegan en casa tomaran nota de este ejemplo.

Y es que en el año que comienza en un pispás nos jugamos una buena parte de nuestro capital futuro. Por eso es esencial que cuanto antes se convoque la Conferencia sobre el Futuro de Europa. La pandemia ya no puede ser excusa para retrasar ni un minuto más un debate que deviene cada día más urgente, debate que debe conducir a la firma de un Tratado que siente de una vez por todas las bases para que Europa vuelva a ser capaz de aportar una contribución relevante a los ingentes retos que plantea a la humanidad la nueva sociedad cognitiva.

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