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Natxo Bellido Suay

Presupuestos municipales 2021

Imagen de un pleno telemático del Ayuntamiento de Alicante

Mientras el resto de grandes instituciones valencianas tienen ya presupuestos, nuestro Ayuntamiento vuelve a acabar el año sin aprobar los presupuestos del ejercicio siguiente. Otra promesa más de Barcala que no se cumple, tienen tan poca credibilidad los BarcalaAnuncios que ya no es noticia.

Sin embargo, todo indica que estamos en la recta final del proceso de aprobación de presupuesto y, a diferencia de 2020, se pueden aprobar a finales del primer trimestre. Habrá tiempo para modificarlos y ejecutarlos, aunque eso es mucho decir para un gobierno de derechas que ejecutó el 13% de las inversiones en 2019.

Pero vamos a hablar sobre lo que tendremos que votar en unas semanas.

Unos presupuestos planos:

Se esperaba otra cosa en un año excepcional. Pero nos encontramos, a pesar del momento y de tener un Ayuntamiento saneado, con unos presupuestos grises, planos, poco ambiciosos y no traslucen ningún modelo de ciudad o capacidad e ilusión por transformar Alacant. Son unos presupuestos sin inversiones, más allá de las que están en marcha heredadas de la época del tripartito progresista. Y, ¿qué podemos destacar? Seguramente el obligado aumento en ayudas de emergencia social o las tímidas líneas de apoyo a sectores como la hostelería, comercio o turismo, pero poco más a reseñar. La emergencia climática está ausente, la apuesta por ser ciudad foco de innovación muy difusa y no hay refuerzo de unos servicios sociales devastados por la carencia de personal, y con falta de proyectos de intervención comunitaria hacia los colectivos más vulnerables y en los barrios más necesitados de infraestructuras. Y repito, sin inversiones.

La maldita ordenanza de la vergüenza:

A pesar de no estar en el texto presupuestario, ha condicionado el debate de forma determinante. Por injusta, inútil y absolutamente inoportuna. Un escollo frontal en el diálogo gobierno-oposición progresista que solo concita apoyo en el PP y sus muletillas ultras. No gusta ni a Ciudadanos, y es rechazada unánimemente por todas las entidades que trabajan en el ámbito de la vulnerabilidad, así como por el personal técnico municipal asociado a las áreas sociales.

Ya sabemos que no saldrá como estaba planteada, pero necesitamos garantías para saber cómo, dónde y cuándo vamos a trabajar, oposición y entidades, en una ordenanza que resuelva problemas de convivencia, sin atacar a las personas más vulnerables que necesitan políticas de inclusión y no multas que nunca van a poder pagar. Y la respuesta no puede ser la tozudez de Barcala , incapaz de asumir errores o la falta de decisión de Ciudadanos para hacer valer su criterio.

Barcala desaparece, otros se mueven:

Negociación y Barcala son incompatibles, lo ha demostrado de forma insistente. Pudimos llegar a un acuerdo en el Catálogo de Protecciones porque estuvo al margen y ahora el diálogo y los acuerdos se producen, otra vez, a pesar de Barcala, que está ausente, aislado, y envuelve con autoritarismo su falta de liderazgo. Más allá de su complicidad con VOX, rompe puentes con el resto de la oposición, y ante esto, por fin, Ciudadanos ha salido de su siesta permanente y ha decidido buscar un espacio en la política local alicantina. Bien. Ha llegado a acuerdos con el PSOE y en estas semanas Compromís y Ciudadanos hemos hablado más que en los 5 años que compartimos en el Ayuntamiento. Lo valoramos positivamente, pero todavía deben demostrar que no están dispuestos a bailar el ritmo que marcan el PP y los ultras, y que de verdad aspiran a tener voz propia.

Mayorías amplias:

Como escribía Juan Ramón Gil en estas páginas es momento de mayorías amplias, de derribar muros y tender puentes. Estamos de acuerdo. En plena crisis del coronavirus, las fronteras ideológicas de izquierda y derecha deben tratar de salvarse con diálogo, cesiones y buena voluntad, porque si no es ahora ¿cuándo será momento de consensos? Y Compromís ha demostrado que no le tiembla el pulso favoreciendo presupuestos del PP, lo hicimos en 2019 y lo hemos ratificado estos meses de crisis. Pero la frontera entre demócratas y ultras es otra cosa, legitimar los recortes que exige la extrema derecha en materias que tienen que ver con los derechos humanos, y que afectan a áreas de Ciudadanos, va contra cualquier intento de superar esta crisis sobre la base de consensos y mayorías amplias. Barcala pretende humillar a Ciudadanos con recortes en Igualdad o Cooperación Internacional que luego VOX exhibe como trofeos de caza, y Ciudadanos pretende blanquear eso con acuerdos de buenas intenciones, sin un elevado compromiso económico, con nosotros y el PSOE. Pero eso no es suficiente, por lo menos para Compromís. Hay una mayoría muy holgada, sin necesidad de los ultras, para sacar presupuestos y marcar una dinámica de acuerdos frente al reto de la situación sanitaria y la terrible crisis económica y social que nos golpea. No es necesario someterse a las miserables victorias de la extrema derecha que nos convierten en una sociedad menos igualitaria, menos abierta y menos solidaria.

¿Qué hará Compromís?

Estar abiertos al diálogo y el acuerdo hasta el último minuto. Lo anunciamos en el Debate del Estado de la Ciudad, Dialogar-Negociar-Acordar. Por eso hemos puesto encima de la mesa 10 medidas para situar los márgenes del último empujón a la negociación. Y sobre esto debe decidir el Bipartito, debe decidir Ciudadanos, elegir entre los recortes de los ultras o las propuestas de Compromís. O Ciudadanos se compromete a revertir los acuerdos en los recortes del PP y VOX, o se hace muy complicado que no votemos en contra de unos presupuestos que no ilusionan a nadie por grises, planos y carentes de toda capacidad de transformación urbana y social. Es momento de consensos, pero el primero debe ser situar una barrera entre demócratas y aquellos que pretenden recortar la democracia y plantean falsos debates que generan inestabilidad, miedo y odio. Y eso es demasiado grave como para dejarlo pasar. Seguimos queriendo estar en la foto del acuerdo presupuestario, pero no podemos compartirla con la extrema derecha y sus recortes en derechos humanos.  

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