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Joaquín Rábago

China ha aprendido muy rápido de EEUU

Vial, sryinge and small toy figures are seen in front of displayed China flag

El ministerio de Comercio de China amenazó el pasado fin de semana con sancionar a las empresas chinas o extranjeras que se plieguen a las sanciones estadounidenses contra ese país.

La decisión de Pekín es respuesta a la lista negra elaborada por el presidente Donald Trump contras empresas tecnológicas y particulares del país asiático.

Estados Unidos pretende aplicar sanciones extraterritoriales a las empresas de terceros países que no se sometan al boicot decidido por Washington, y China quiere pagar ahora a Washington con la misma moneda.

Se trata evidentemente de un aviso al próximo presidente de EEUU, el demócrata Joe Biden, en el sentido de que con China no se juega como ha pretendido hacer su antecesor.

Mientras tanto, según cuentan los corresponsales occidentales en Pekín, China aprovecha propagandísticamente el asalto al Capitolio por los supremacistas norteamericanos para preguntar por qué se la critica por reprimir con dureza a la disidencia en Hong Kong cuando en Washington hacen lo mismo con los violentos.

El “College Daily”, medio de información, pero sobre todo de propaganda destinado a las decenas de miles de estudiantes chinos en el extranjero, ha criticado a EEUU por dar a otros lecciones de libertad de opinión mientras Twitter o Facebook prohíben expresarse en sus canales al propio Presidente del país.

Naturalmente, ese medio se cuida mucho de explicar que mientras en China son las autoridades comunistas las que censuran a los medios, en el caso de EEUU se trata de la censura de unas empresas privadas que acusan al Presidente de haber violado las condiciones que aplican a todos sus clientes.

Las mentiras y la irresponsable incitación a la violencia por parte de Trump, con las caóticas consecuencias que ya ha visto todo el mundo, permiten a China presentarse como ejemplo de seguridad y estabilidad social.

Y ello, como escribe allí la prensa, mientras el país más importante de Occidente y autoproclamado líder del mundo libre se hunde en la anarquía y no se muestra siquiera capaz de controlar la pandemia del Covid-19.

La competencia entre los dos sistemas – el individualista y liberal de Occidente y el colectivista y autocrático de una China cada vez más segura de sí misma - no ha hecho más que empezar.  

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