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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

La biblioteca de la vergüenza

Biblioteca Azorín

Del entrañable Pepe Marín Guerrero, subdelegado del gobierno valenciano que fue durante el mandato de los populares en Alicante, no le perdono dos cosas. Que un buen día simulara que me apuntaba por la espalda con una pistola en el semáforo del teatro Arniches de Óscar Esplá, saludándome con un “arriba las manos” (no soporto esas bromas, vengan de donde vengan). Y la más importante, que tras descubrir la placa con la que bautizaba la Biblioteca Provincial con el nombre de ‘Azorín’ en el acto público correspondiente, tras descubrir la placa se despreocupase por completo del recinto. Él, que era tan buen lector. Un mal día se le paró el corazón en acto de servicio sin que a mí me diese tiempo de pasar por la Casa de las Brujas a darle un tirón de orejas, y contarle una por una las vergüenzas de una Biblioteca que produce estupor por igual a usuarios y a sus resignados trabajadores. 

La Covid no ha hecho más que eternizar el ya de por sí paralizado proyecto de rehabilitación integral, aprobado en 2008, que duerme el sueño de los justos. Sita en un marco incomparable, el edificio debió amortizarse hace años. Y así funciona. Como un cuerpo caducado, a medio gas, que huele que apesta, con aseos de hace cincuenta años, con tazas sin tapaderas o con tapaderas carcomidas, con plantas en desuso y estancias hacinadas. En cualquier población de tamaño medio hay bibliotecas mejor dotadas. Y por supuesto, no hay capital de provincia ni ciudad de 350.000 habitantes con una biblioteca tan cutre y apestosa. Una vergüenza para el Ministerio de Cultura, su propietaria; la Conselleria de Cultura, que la gestiona, y el Ayuntamiento de la ciudad y sus usuarios, que la sufrimos con estoicismo.  

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