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Francisco Esquivel

Un alto en el camino

Visitantes observan las fotografías de Carolyn Marks que se exhiben en la sala de exposiciones de la Lonja en Alicante.

Se trata de decenas de fotografías de tamaño considerable expuestas una cerca de la otra. Carolyn Marks Blackwood, artista de los pies a la cabeza, ha ido completando una colección sin apenas alejarse de los efluvios que expande el Hudson por los alrededores de casa y que hoy tenemos a tiro tras haber recorrido otros lugares en pleno zigzag del enclaustramiento. Yo de ustedes haría un alto en el camino con tal de sumergirse en un mundo interior que les posibilitará escapar del que les atenaza. No dejen pasar la ocasión.

  Son estampas sin título. En su lugar van acompañadas de breves descripciones envueltas en cápsulas que, al volver a visionar aquellas, se depositan en lo más hondo. Componen, como la propia autora reconoce, pequeños guiones que la entrelazan con el universo cinematográfico al que pertenece. Enfoques cotidianos que, alineados, representan los obstáculos, peripecias, tormentas y el ansia junto con el misterio que cualquier hijo de vecino encuentra para seguir adelante convirtiendo de ese modo al propio espectador en el reflejo de la naturaleza desnuda que la cámara ha moldeado al dispararse.

  Igual es que, en la situación por la que atravesamos, la sensibilidad se halla a flor de piel y necesitamos explorar vías a la que aferranos para que el rumbo no se distorsione en mayor medida aún. Seguramente. Sea por lo que fuere, la contemplación de una secuencia así se convierte en recodos que conducen a uno mismo. Y una vez despejada la bruma, qué visión hay que haber adquirido sobre lo que se ha dejado atrás para reflejar con el objetivo lo que de verdad interesa de cada instante. Y eso es lo que se plasma.

  Termina el recorrido y quieres reiniciarlo al hilo del testimonio revelador que esta mujer deja en uno de sus apuntes junto a ese paisaje en el que es posible sentir que suena un adagio: «Era todo demasiado bello para tener miedo». Dentro del recinto se rezuma inspiración; fuera, bajo el estallido de un luminoso día, permanece tejida la espesa penumbra.

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