La expresión “se le ve el plumero” indica que se ven las verdaderas intenciones de alguien, que normalmente nunca suelen ser buenas. Se dice que esta expresión tiene sus raíces en los penachos de plumas que llevaban los gorros de los voluntarios liberales en España, allá por 1812. De la discusión política entre liberales y absolutistas surgió esta expresión, que hoy usamos para describir la postura del señor Tomás Salinas García. Este representante del sindicato CSIF en la Diputación de Alicante dedicó al portavoz de Compromís en dicha institución, Gerard Fullana, un artículo en este diario el que le atribuye una actitud de desprecio al funcionariado en el pleno de la Diputación. Nada más lejos de la realidad.

El señor Salinas, a quien cojo el testigo de responder con este artículo, se ampara en su condición de sindicalista para manifestar su hilaridad política contra aquello que no casa con sus convicciones ideológicas y políticas. Y se le ve el plumero. No gusta lo que representa Compromís y sí lo que representa el PP en la Diputación u otras formaciones afines. Y es legítimo, eso es la democracia. Lo que resulta más discutible es que pretenda enmascarar su activismo político con la loable acción sindical y descontextualizando el debate político, de forma que le permita a usted intentar hacer creer al respetable que el diputado Fullana ha calificado al conjunto de más de mil funcionarias y empleadas públicas como personas prevaricadoras y corruptas.

Ni es la primera vez que este señor quiere hacer política en la Diputación sin ser diputado, ni es la primera vez que hace un artículo público contra lo que representa Compromís en la institución provincial. Me vienen a la mente también más de un artículo en el que desde su cargo sindical califica de “mameluco”, “idiota” o “cacique”, entre otras lindezas, a altos cargos del gobierno de la Generalitat Valenciana (curiosamente también de Compromís). Que me perdone el señor Salinas, pero no he encontrado hasta la fecha un artículo suyo denunciado o reivindicando en esta tribuna mejores condiciones laborales para los empleados y empleadas de la Diputación contra el Gobierno del PP.  

El ejercicio de su “sindicalismo” es perverso. En su diatriba contra Fullana, usted obvia que existe una denuncia de un grupo político sobre el uso del dinero público por parte de los partidos de la institución. Y usted obvia también que actualmente hay una presunción de irregularidad contra alguna funcionaria de la casa en esta cuestión. También que existen quejas contra otras actitudes de algún funcionario con respecto al trato a la oposición a la hora de acceder a la información pública. Y le subrayo la palabra pública.

Sí, se le ve mucho el plumero. La cuestión de fondo, que usted ignora intencionadamente, es clara: los partidos en la Diputación de Alicante llevaban desde hace demasiados años ingresando ingentes cantidades del erario público sin acreditar con facturas el cumplimiento de la ordenanza. El caso más escandaloso, el de siempre, es el del partido que lleva gobernando la institución del tirón desde 1995: el Partido Popular. Medio millón de euros de las arcas públicas han acabado desde 2016 en cuentas del partido del señor Carlos Mazón, y sin acreditarse su transferencia de acuerdo a normativa de la institución en la que usted trabaja. Esa es la cantidad que el señor Fullana ha denunciado ante el Tribunal de Cuentas, advirtiendo a la fiscalía de este ente que la Intervención de la Diputación podría haber incurrido en prevaricación omisiva si los informes de fiscalidad (obligatorios) no veían la luz.

Y fíjese usted: al poco de recibir el citado tribunal la denuncia de Gerard Fullana, esos informes han reaparecido en un orden del día del pleno. Enero de 2021. ¡Los informes de fiscalidad de los años 2015 y 2016! Cinco años y una legislatura después. Tales informes aplican una fiscalidad que ha tenido dos niveles de observancia desde el Departamento de Intervención: la aplicada al PP y la aplicada a la oposición. A los primeros les ha valido con presentar certificados de ingreso, sin acreditar con facturas, el gasto a la Intervención; a otros, dicho departamento les ha pedido hasta la factura de un bocata de calamares que se comió un asesor en una jornada de trabajo en Fitur. Como usted, señor Salinas, la diligencia mostrada a la hora de comprobar si se hace un buen uso de la administración y uso del dinero público, deja bastante que desear. Se le ve el plumero, haciendo oposición a la oposición sin que nadie le haya votado. 

No sé a usted, pero a mi Fullana me representa en este empeño de hacer una administración más transparente, menos de caciques. ¿Hay algún funcionario de la Diputación a quien usted represente que se le permita justificar gastos sin acreditar facturas de los mismos como se ha hecho habitualmente con el PP? Le informo, además, que la ordenanza difusa usada como pretexto para estos dudosos movimientos se ha cambiado. También a propuesta plenaria de Compromís. Como también ha ocurrido, por ejemplo, con el hábito de repartir subvenciones a dedo a quien mejor convenga. Sí, también después de las acciones judiciales de Compromís y del empeño de su portavoz. Lo que me sorprende es que durante tantos años tantos diputados y usted mismo hayan cohabitado sin más con estos hechos. Señor Salinas, pretender hacer creer que un diputado haya llamado prevaricadores u otras cosas peores a una ordenanza, un conserje, un auxiliar o contra la gran mayoría de los empleados públicos de la Diputación sólo puede responder a la inquina contra una opción política o simplemente que ha optado por ponerse al servicio del actual gobierno, al que también puede hacerlo con libertad, nada lo impide. Pero no lo haga como sindicalista, que se le ve el plumero.