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Antonio Sempere

EL TELEADICTO

Antonio Sempere

Que se mueran los feos

'La isla de las tentaciones 3'.

La tercera edición de La isla de las tentaciones llegó como un tiro. Grabada al alimón, junto a la segunda, a la manera de las grandes series de ficción (la Trilogía del Baztán también se produjo de un tirón) el formato presentado por Sandra Barneda es el preferido por uno de cada cuatro espectadores. Un exitazo.

Dejando a un lado las muchísimas consideraciones que podrían realizarse alrededor del fenómeno, me quedo con una tal vez menor, de la que muy pocos se harán eco por lo colateral del asunto. Se trata de los acentos de las parejas elegidas. De primeras, me pareció que de las cinco solamente una pronunciaba las «eses» finales a la manera del castellano normativo que bautizamos como de Valladolid. Las parejas protagonistas en la isla, los chicos y las chicas que exhiben impúdicos sus encantos, se expresan en unos dulcísimos acentos del sur, incluidos los que se escuchan en las islas que nos vinculan a los países con los que compartimos lengua al otro lado del Atlántico.  

Quizá esto parezca salirme por la tangente. Y quizá lo sea. Pero conste que es un acto consciente. En defensa propia. ¿O cómo quieren que nos sintamos quienes hace ya demasiado tiempo pasamos a sentirnos completamente invisibles, en la calle, en el tren, en cualquier sitio, cuando nos topamos con tamaña cantidad de testosterona por metro cuadrado como la que aparece en el programa mentado? 

Si alguna consecuencia favorable ha tenido la maldita pandemia ha sido la de poner un telón a nuestros rostros. ¿Pero qué será de nosotros si algún día hemos de quitarnos la mascarilla? Al ritmo que va la dictadura de los guapos seremos escoria, un cero a la izquierda y, por supuesto, otro 0 morrocotudo en las cuotas de pantalla.  

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