Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Paniagua

Consecuencialismo penal

Los alcaldes de Els Poblets y El Verger, vacunados saltándose el protocolo.

Agradezco el tono de la critica de Juan R. Gil (“Que se vayan o que los echen”) de 27 de enero a mi Tribuna en Levante-EMV de 26 de enero de 2021 (“Vacunas para los políticos”) en la que analizaba y criticaba las medidas tomadas por los partidos políticos a los políticos y responsables de Instituciones del Estado por haberse vacunado del Covid19 sin tener en cuenta que de acuerdo con un protocolo no les correspondía ponérsela habida cuenta de su edades y condiciones. Los partidos políticos habían por tanto actuado con diligencia, y a unos les habría cesado por ser nombramiento directo (consejeros o responsable del Jemed) y a otros, alcaldes, les había pedido la dimisión con la suspensión de militancia en el caso del PSPV-PSOE. Defendía que antes había que analizar las circunstancias, haber dado audiencia a los interesados y ponderar las resoluciones adoptadas. Entendía que no se había previsto en el protocolo la característica de que sobraran viales una vez se hubieran inyectados a los que en esos días les correspondían, y que esos sobrantes tenían un tiempo escaso para su eficacia (una hora) después de haber sido abiertas. Consideraba también que los sanitarios atendiendo a que no se desaprovecharan y no habiendo nadie en ese tiempo a quien inyectarla acudieron a responsables políticos sin que estos hubiera, quiero creer, impeliendo a que se les vacunara. Estimaba igualmente que no existió mala intención en ninguna de las partes, solo imprevisión porque no podía suponerse que hubiera sobras una vez cumplimentadas las fijadas en esa fecha por los servicios sanitarios. Y criticaba la manera de actuar las organizaciones políticas a los que pertenecían los interesados interpretando que era una manera de sucedáneo de linchamiento populista por aquello de no ser acusados de respaldar supuestos actos de prevaricación o corrupción habida cuenta que se ven en la obligación de actuar rapidez ante actos que degraden a los partidos políticos. Sin embargo, pienso que el resultado al final es por el contrario dar pábulo a la consideración extendida de que los políticos se aprovechan de sus cargos, lo que incide en el populismo.

Vengo en aceptar que Gil ganaría si se hiciera un referéndum porque como señalaba también Julio Monreal en Levante-EMV la proporción sería de 100 a 2 a favor de la posición de considerar culpables a los alcaldes y adoptar las pertinentes resoluciones por sus comportamientos. En ese sentido nada tengo que objetar por cuanto las opiniones son libres y es bueno debatirlas sin tener que usar descalificativos de ningún tipo contra las que las emite, tanto si se califica a los aludidos de sinvergüenza como si se atribuye a una dirigente de la oposición que esta disfrutando con los muertos del virus. Ahora bien, el hecho de ser aceptada mayoritariamente la sanción a los responsables políticos, tanto a alcaldes como consejeros de otras Comunidades, no invalida mi opinión si me atengo a lo que el periodista estadounidense Christopher Hitchens calificaba en su habitual columna en el New York Times, “la navaja de Hitchens” en una némesis de la navaja de Occam, de que toda opinión puede rebatirse de la misma manera con otra opinión. Y por ello entraríamos en la proporcionalidad de las penas atendiendo a la teoría consecuensalista del Derecho Penal, es decir un castigo impuesto por la disuasión para que no cunda el ejemplo. Y para ello no importa tanto si se es culpable o no. Lo que conviene es dar un aviso social para disuadir a otros. Estoy más, aunque mi opinión sea minoritaria, con la concepción Kantiana de la ética política.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats