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Vicente Magro Servet

Bondades y maldades en el uso de las tecnologías en la era covid

Tecnología y coronavirus.

Resulta evidente y constatado que el coronavirus nos está cambiando la vida. Nuestras formas de ser y de actuar, nuestras formas de comportarnos, la reacciones que tienen algunos ciudadanos desde el 15 de marzo de 2020 ante determinados acontecimientos que ocurren en su vida y la forma de afrontar las situaciones que se nos producen a todos nos ha cambiado la vida desde la irrupción en este fatídico 2020 de una pandemia que parece más bien construida en una película de ciencia ficción que en una realidad que ninguno de nosotros quería haber vivido nunca.

Uno de los factores que más ha desencadenado el COVID ha sido la potenciación del uso de las tecnologías, sobre todo las de la comunicación, señalándose por muchos expertos de que se ha avanzado nada menos que diez años en el ámbito tecnológico de la relaciones sociales entre los ciudadanos por medio de las nuevas técnicas de la comunicación tecnológica. Pero todo ello, guiado más por un estado de necesidad en el uso de la tecnología que por un convencimiento de que ésta es absolutamente imprescindible y necesaria en el desarrollo de nuestra convivencia.

Nos preguntamos, así, con frecuencia qué sería ahora de nosotros si no existiera una tecnología tan avanzada en las comunicaciones y que nos permite llevar a cabo el teletrabajo, realizando nuestra actividad diaria laboral y enviándola por el ordenador, o subiéndola a nuestros programas informáticos, o también, cómo se afrontó en su momento la Gripe Española, que mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo sin ninguna tecnología.

Porque ahora mismo podemos trabajar quienes puedan llevarlo a cabo mediante sistemas informáticos, y, de alguna manera, la tecnología nos está ayudando a afrontar esta crisis de una manera radicalmente distinta a lo que ocurrió en el año 1918. Sin embargo, sin tecnología aquellos pudieron sobrevivir y la vida siguió hasta que 82 años después volvió a aparecer el mismo escenario de pandemia, aunque más reforzados científica y tecnológicamente.

Por otro lado, esta potenciación de las comunicaciones se evidencia con las plataformas mediante las cuales se están realizando muchísimas actividades de formación, la realización de reuniones profesionales entre los ciudadanos, incluso la exigencia legal de que las deliberaciones de los tribunales de justicia colegiados se celebren mediante el uso de estas plataformas digitales de comunicación, evitando la presencialidad en las mismas, que, en realidad, no es necesario y que se puede llevar a cabo, precisamente, mediante el uso de estas plataformas de comunicación digital. Ahora mismo, - y esto es una gran verdad practica- se está ganando tiempo con el desarrollo de estas reuniones profesionales con las plataformas virtuales, ganándose en eficacia y en eficiencia por el ahorro de costes en desplazamientos que supone el uso de las reuniones virtuales y que permiten concentrar más el tiempo en la obtención de resultados y la resolución de los problemas que existen, evitando las típicas pérdidas de tiempo que en muchas ocasiones pueden darse en reuniones presenciales, con lo que con la virtualidad de la reunión se gana en eficacia y en la obtención de resultados, que, al fin y al cabo, es lo que corresponde en el objetivo y la finalidad de la realización del trabajo nuestro de cada día.

Sin embargo, por otro lado, la tecnología ha propiciado que se estén multiplicando las estafas informáticas por medio de envíos de correos electrónicos que intentan hacer caer en la trampa a quien es poco precavido a la hora de abrir mensajes en internet, sin darse cuenta de que puede tratarse de una estafa. Porque en épocas de crisis es cuando se incrementan, también, los desaprensivos que se quieren aprovechar de las personas más vulnerables y con menos conocimientos de prevención en evitar que les engañen.

Nuestros mayores encontraron hace tiempo en las tecnologías una salida a la soledad en la que muchos se encuentran, porque aprendieron a usar un teléfono móvil, entrar en su ordenador para buscar y ver cosas en internet que les puedan interesar, y, muchos de ellos, -aunque otros prefieran ir al banco siempre a todo, como quien sale a pasear-, han aprendido a entrar en su cuenta por su ordenador, o desde la aplicación de su teléfono. Sin embargo, están expuestos a esa delincuencia informática que prolifera más cuando las crisis se apoderan de la sociedad y las defensas preventivas bajan porque son otras las preocupaciones.

Por ello, el aprovechamiento de la tecnología debe ser máximo ahora para recoger el empuje del estado de necesidad que el virus nos ha creado y poder ganar en eficacia en nuestra actividad diaria. Pero, también, ser cautelosos, cuidadosos ante contra la delincuencia en redes sociales y por el uso de las tecnologías de la comunicación.

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