Médicos de atención primaria: dad la cara, escuchadnos, atendednos como merecemos. Llevamos un año sin poder asistir a vuestras consultas. No somos apestados. Somos pacientes. Vuestros pacientes. Ahora estáis vacunados. ¿Qué teméis? El sistema se porta muy mal con vosotros, ya lo sabemos. Os obliga a realizar unas tareas burocráticas que no os corresponden. A gestionar cupos imposibles. Pero nosotros no tenemos la culpa.
Tenéis un trabajo precioso. ¡Médico de atención primaria, casi nada! A diferencia de tanta gente que no tiene ocupación, que invierte sus horas en trabajos basura, e incluso que contando con un salario digno se dedica a unas labores que, bien miradas, no sirven absolutamente para nada, vuestro oficio es el más hermoso del mundo.
Pero desde hace un año estáis blindados y existe un parapeto que nos impide veros, miraros a la cara, contaros nuestras confidencias. Nadie acude al médico por gusto. Si lo hace es porque, solamente por el hecho de sentirse escuchado por un profesional, sale mejor que entra.
A las cajeras de supermercado las vemos mañana, tarde y noche; como a los conductores de bus y a todos los trabajadores que nos sirven. Pero a vosotros llevamos un año sin veros. Y por no veros, hemos ido dejando muchas goteras pendientes. Goteras que parecen no tener importancia, pero que juntas pueden convertirse en problemones muy serios.
Mi madre, paciente de una cardiopatía grave, lúcida hasta el último día, detallista y generosa con su doctor de cabecera toda su vida pese a no tener independencia económica y no disponer de un euro para ella, se fue de este mundo sin poder despedirse de él, sabiendo que se iba. Una crueldad infinita.
Médicos de atención primaria, sed generosos y dad la cara.
