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Olga Seco

¡A gritar! ¡A tocar los cojones!

Una imagen de la Feria del Libro.

Hay vidas marcadas por la carencia. Resulta complicado, por no decir imposible, prestar atención a determinadas personas. Siempre he pensado (opinión subjetiva) que todo aquel que no tiene inquietudes intelectuales al final no se reconoce en nada. Hay cosas que testimonian la falta de entendimiento y son la alusión que verifica lo lejanos que podemos estar de muchas palabras.

Me sorprende ver el gesto evasivo de los que no han fijado su atención en los libros... Hay días que es menester armarse de paciencia y huir del estallido de las maliciosas dificultades de los ignorantes. Es curioso, en todos, impera la necesidad de exigencia y siempre le conceden al egoísmo un primer plano. Presiento (igual es cosa mía) que vienen tiempos chillones. Las cosas que no se entienden (tarde o temprano) se convierten en rabia. ¡A gritar! O quizá mejor: ¡A tocar los cojones! ¿Por qué hay personas que no entienden nada? Creo, que los poco instruidos, se sacuden la ignorancia culpando a todo aquel que no la exhala. La forma en la que nos manifestamos dice mucho de nosotros... Entre tanto ruido y agitación es importante contar con la abundancia de los libros. Su presencia debería multiplicarse y convertirse en el escudo que nos aleja de muchas cosas. Entre ellas, las que satisfacen con violencia la falta de entendimiento. 

La sociedad nunca será un lugar abundante sin la fecundidad que lo multiplica todo: el conocimiento. Las ideas convierten en nuevo hasta lo viejo. Y nos preparan para abordar nuevas formas de vida.

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