Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Messi cobra todo lo que toca

Messi celebra un gol con la camiseta del FC Barcelona.

Tiene mérito publicar el contrato íntegro de Messi, el planeta recuperaría buena parte de su dignidad si se generalizara este grado de transparencia. El problema surge al moralizar sobre las cantidades. Quinientos millones por una pierna y media de un treintañero inarticulado suena a derroche, hasta que fraccionamos la cifra. Para amortizar dicha fortuna, se requiere localizar a cinco millones de personas dispuestas a pagar cien euros para ver al mejor jugador de la historia en directo, para comprar sus partidos televisados, para adquirir su camiseta y demás trucos de la parafernalia mercantil. El negocio está garantizado. Desde este prisma, el futbolista sale barato.

He visto jugar a Michael Jordan en el Madison Square Garden de Nueva York, con una entrada muy cara. Jamás se me ocurriría decir que he visto a los Chicago Bulls, ni siquiera que he visto a Jordan y sus Bulls. La divinidad no admite matices o circunstancias, y pagué con gusto. Debemos atribuir la hipersensibilidad con la que se ha recibido el sueldo ajustado de Messi al coronavirus, aunque la polémica amainará en cuanto decenas de miles de trabajadores en ERTE se apiñen en las gradas para aclamar a su ídolo billonario en directo.

Messi cobra todo lo que toca, porque todo lo que toca lo convierte en oro. No entiendo muy bien que se celebre a Zuckerberg, Ortega, Gates o Buffett para denigrar a continuación a un humilde argentino, salvo que los rasgamientos provengan de los aledaños del palco del Bernabéu. El drama del Barça no radica en su ajustada inversión en Messi, sino en los cientos de millones disparatadamente arrojados a Coutinho, Dembelé o Griezmann. Y ojalá los próximos contratos detallados correspondan al turista Gareth Bale o a Hazard, que ha olvidado cuánto dura un partido completo. Messi no pudo irse del Barça porque ningún equipo quiso pagarle su sueldo. La pandemia asesinó al deporte de élite, pero sigamos disimulando.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats