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José Ramón Navarro Vera

La siliconización de Alicante

Distrito Digital Comunitat Valenciana prevé cumplir sus mejores pronósticos a lo largo de 2021.

Desde hace algún tiempo se están produciendo una serie de acciones e iniciativas tanto desde el sector público como del privado dirigidas a convertir Alicante en un centro de innovación tecnológica con el fin de crear “un espacio para que fluya el talento y se asiente” , En la ciudad de Alicante han surgido tres iniciativas desde el sector público, “Distrito Digital”(Generalitat); CENID, “Centro de Inteligencia Artificial de la Provincia de Alicante”(Diputación y las dos Universidades de la provincia), y “Alicante Futura” promovida por el Ayuntamiento de la ciudad, que junto a otras privadas como AlicanTEC, apuestan por las nuevas tecnologías como “motor del cambio del modelo productivo” afirmando que nuestra provincia puede convertirse en el “gran <hub> digital del Mediterráneo” (“La Vanguardia”, 18-I-2021).

Hay que reconocer que en tiempos de crisis estas iniciativas aportan cierto optimismo y confianza en el futuro que los eslóganes de sus promotores transmiten. En realidad los mensajes positivos de “lo creativo”, ”lo disruptivo”, “lo participativo”, “lo visionario”, entre otros de esta clase, son términos que tienen su origen en el territorio californiano de Silicon Valley, el complejo tecnológico donde en los últimos decenios del siglo XX irrumpieron jóvenes talentos que detentaban una visión romántica y utópica de la tecnología, como se puede seguir en la imprescindible biografía de Steve Jobs de Walter Isaacson. Estos genios contraculturales no tardaron en pisar suelo cuando tocaron dinero y poder, y toda aquella cultura de una tecnología que iba a traer la emancipación a la humanidad se quedó en simple retórica. Retórica que se ha incorporado al decorado de una nueva industria en la que se liga política, capital y tecnología, que se impone sin esfuerzo ni crítica por sus éxitos impactantes, y que tiene en el Big-Data y la Inteligencia Artificial su materia productiva.

Si en la historia de las ciudades el modo de producción ha sido un factor determinante para su trasformación, desde la estructura social y la cultura al urbanismo, en este artículo se cuestionan algunos de los efectos que el nuevo modo de producción industrial de la alta tecnología puede inducir en la ciudad existente.

Es posible que una de las primeras preguntas que se hagan los ciudadanos de a pie, acosados por el desempleo, sobre la irrupción de la industria digital en la ciudad sea sí este nuevo modelo productivo les va a ofrecer trabajo. Recientemente, para Alicante se dan cifras de más de 240 empresas tecnológicas de nueva implantación, pero no de cuántos empleos y de qué clase se están generando. Por lo general este tipo de empresas tienen pocos trabajadores y de alta cualificación; también es conocida su elevada volatilidad, ¿cuántas de estas nuevas empresas se estima que se afianzarán con el paso del tiempo?

Uno de los rasgos sociales de la ciudad industrial moderna surgida en el siglo XIX en torno al maquinismo fue la polarización burguesía-proletariado, que tenía su reflejo espacial en las diferentes áreas de ocupación del suelo de la ciudad: la burguesía en las áreas centrales y los trabajadores en la periferia. Por lo que vamos conociendo de esta nueva ciudad tecnoliberal, es que también se produce en ella una fractura social entre las “clases creativas” de ingenieros y especialistas y el resto de ciudadanos carentes de ese nivel. Una ruptura que tiene su correlato espacial en procesos de “gentrificación” como fenómeno urbano asociado a la sustitución de población en los centros urbanos por otros de renta más alta, lo que provoca incremento del precio de las viviendas y el desplazamiento de población.

El prestigioso sociólogo Richard Sennett ha investigado esta ciudad de la tecnología, y en especial los asentamientos de las nuevas empresas que trabajan en ese campo y la cultura asociada a estos centros de trabajo, concluyendo que estos constituyen “un nuevo tipo de gueto”. (“Construir y habitar. Ética para la ciudad”, 2019.) Sennett no confía en que las nuevas “clases creativas” que pueblan esos centros de trabajo contribuyan a extender una cultura de ciudadanía, ya que constituyen, sostiene, “una élite que no hacen gran cosa por la población en general, sino todo lo contrario, están en la ciudad pero no son de ella.”

La transformación de la ciudad por la industria digital podría producir efectos positivos en su marco arquitectónico. La demanda de espacios para alojar a la industria tecnológica parece que está incentivando la rehabilitación, como el antiguo edificio de correos en Elche, o la fábrica Rodes en Alcoy. El proyecto de “Distrito Digital” de la Generalitat promueve la construcción de unos edificios con esa finalidad en un muelle del puerto de Alicante junto al Panoramis. Desgraciadamente, la pobre visión que tiene la Autoridad Portuaria de Alicante, la actual y las anteriores, sobre su patrimonio construido, ha impedido que algunos edificio ya desaparecidos hubieran podido albergar, debidamente rehabilitados, estas nuevas industrias tecnológicas contribuyendo a su mantenimiento y protección, como la gran pieza de la Lonja de poniente (construida tras la Guerra Civil) derribada hace pocos años con el fin de rellenar con los residuos una dársena pesquera…. Por fortuna, se ha mantenido la Estación Marítima, una de las mejores piezas de arquitectura portuaria de Alicante, que también alberga ahora actividades tecnológicas. Puede ser interesante la acción empresarial emprendida en torno a una torre rehabilitada, “Torre Juana”, del área de las “Torres de la Huerta”, surgida como una vocación para toda la zona, uno de los espacios de oportunidad del término municipal de Alicante.

Finalmente, y aunque la limitación de espacio no permite extenderse, un apunte acerca de cómo afectará a la ciudad de Alicante el emergente nuevo modelo de producción cuando confluya con el turístico: ¿podría la industria tecnológica frenar la debilidad estructural de una ciudad dependiente de un solo modelo productivo como el turismo, o por el contrario, se sumará a alguno de los efectos perversos que ya produce el turismo en la ciudad?, ¿aparecerán efectos nuevos, en un sentido o en otro, no previstos? El debate está abierto.

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