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Francesc Sanguino

Aspavientos entre raíles

Máquinas desbrozando junto a Casa Mediterráneo esta semana para preparar las vías.

Si he de ser honesto, siempre he agradecido ese tipo de política que no se ve, la que es capaz de encauzar acciones o resolver conflictos con la palabra justa, con el razonamiento como un alfiler en el punto más sensible de la anatomía social. Si tuviera una aspiración en los modos sería esa, aunque reconozco que en ocasiones cueste mantenerla.

En la política actual, uno suele encontrarse ante una encrucijada y ha de elegir entre el pulso sostenido, -a riesgo de deshacerse en la irrelevancia- o el aspaviento, la sobreactuación, la impostación para llamar más la atención en sí mismo que en el problema que ha de resolver.

No son buenos tiempos para el debate sosegado, la reflexión, el entendimiento. En la política municipal observamos desde hace tiempo que todo se lleva a cabo desde una desmesura artificiosa, desde el efectismo, del derroche de ego. En este punto puede que piensen que yo soy juez y parte. Claro que lo soy. Esta tendencia puede que se deba a una querencia por obtener protagonismo en un electorado atomizado, a un exceso de atención por lo inmediato, a que las dos crisis sufridas en los últimos diez años en este momento nos impidan levantar la cabeza y dar un pase cruzado a más de unos metros, y nos entretengamos con excesivos dribblings hasta el punto de regatearnos a nosotros mismos, como ha pasado con ADIF estos días, sostengo.

Valga esta extensa introducción para tratar de explicar lo que ha sucedido esta semana, que no es muy diferente a lo sucedido durante este largo y tortuoso año y medio. Esta semana se iniciaba con una protesta más que razonable de siete asociaciones vecinales circundantes al puerto y a Casa Mediterráneo quejándose ante la posibilidad de que la espera de decenios por resolver nuestro acceso sur se demorara por 11 semanas más en las que los trenes, en un viaje al Alicante del alcalde Malluguiza, volvieran a cruzar la espina de la playa de San Gabriel. Son demasiados decenios sin resolver el lado sur de nuestra ciudad, la anhelada variante de Torrellano, la cicatriz que separa el centro con el barrio de San Gabriel y la irrelevancia de un paraje natural como la Serra del Porquet, entre un largo etc. Es comprensible que los vecinos se asusten solo ante la posibilidad de que esas 11 semanas se puedan convertir en 11 años. Es comprensible el jarro de agua fría. Ya sabemos que quan el mal ve d’Almansa, a tots alcança.

En nuestra historia reciente, los conflictos entre los intereses de esta ciudad con los del Puerto o los de ADIF han marcado un continuum por el que hoy aflora la sensibilidad de nuestros barrios con facilidad, pero la falta de sensibilidad de la capital hacia las provincias no es algo que pertenezca en dominio exclusivo a los alicantinos. Las asociaciones reclamaron ipso facto que el alcalde actuara con urgencia, incluso se lamentaban de que en otras ciudades esto no hubiera pasado nunca. Acusaron al alcalde no defender a la ciudad.

A lo que hemos asistido a continuación es a una especie de riña de tenores que rivalizaban a cada momento por quién de los dos podía dar la nota más alta, cuál el gesto más histriónico, cuál el llanto más dramático. Se han ocupado más de escribir cartas dignas de Zola ofreciendo una imagen de conflicto infernal que de estar a la altura de su rango y ofrecer una imagen de sosiego, de consistencia en los razonamientos, de seguridad institucional. Demasiado reality show en nuestras bebidas. Han salido disfrazados con grandes plumas en sus uniformes y nos han regalado sus arias mandatando que el cañón solo les enfocara a ellos.

Luis Barcala y Adrián Pérez se han lanzado de inmediato no solo a cartas públicas, sino a la redacción de una excesiva y anticipada declaración institucional a 24 horas del conocimiento de la decisión de ADIF imponiendo la firma ¡Antes de las tres o nunca! ¿Por qué no convocó al alcalde y la Vicealcaldesa una junta de portavoces para explicar la situación, pedir apoyo tal como han hecho en otras muchas ocasiones por temas por los que no han dedicado ni cartas, ni llamadas, ni instancias ni declaraciones institucionales, ni arias?

Y ahora vuelvo al principio de esta columna: en general, hay que saber escoger de qué manera quieres hacer política: si sumido en las notas de actualidad para garantizar una presencia constante aunque solo sea para mover las manos y decir esto o aquello, si sumido en una permanente guerra institucional dando por supuesto que la otra parte nunca concederá, si sumido en el egocentrismo o, por el contrario, sostener firmemente la nota sin producir un gallo, pergeñar una solución convenciendo, sensibilizando del problema, atendiendo a las necesidades de las partes, manifestando con la misma claridad y cortesía que no se puede permitir aquello que no se puede permitir (en este caso un aparcamiento de trenes) y no salir corriendo a dar voces para llenar unos cuantos bytes de información. Y al final, parece que para nada.

O lo que es lo mismo, has de arriesgar diciendo lo justo cuando es justo, sabiendo esperar. Estando pendiente hora tras hora si es preciso. Permitiendo que los demás actúen. Resistiendo ante el ensordecedor silencio. No flaqueando desahogándote en vídeos, declaraciones, tuits y retuits. Eso es arriesgar, lo otro es sencillamente fácil.

Es obvio que Luis Barcala y Adrián Pérez han querido crear una crisis que al fin parece que no será tal. Es obvio que han optado por los aspavientos, por politiqueo inmediato y solo han perdido su tiempo y algo el de todos nosotros. Y se han vuelto a llevar por delante a la Vicealcaldesa. No es tan obvio que haya quien ha preferido estar hora tras hora durante estos días conversando, insistiendo, argumentando sin que eso tuviera que estar retransmitido por horas. Me permitirán que confiese ahora haber tenido la suerte de estar en ese otro lado, de haber estado en conexión con otras personas de otras Administraciones en Alicante, Madrid y València estos días que han estado implicados en el compromiso de arreglar esta situación, a los que he propuesto, con los que he colaborado para que este problema termine solucionándose.

Me permitirán que siga eligiendo seguir trabajando como hasta hoy y poder observar que Gobierno y Ministerio ha mostrado la sensibilidad que esta ciudad les pedía, me permitirán que siga igual: trabajar para que se cumpla el objetivo definitivo de este caso (y de todos los demás que se nos pongan delante). Háganme saber si no lo cumplo a partes iguales entre determinación y serenidad en el cóctel de nuestra política municipal.

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