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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Fernando Simón

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.

El caso de Fernando Simón es paradigmático de lo que es capaz de aguantar este país. Sin rechistar. Se trata de un comunicador que no comunica. Un portavoz con serios problemas para transmitir. Un señor, reconozcámoslo, que no tiene ninguna culpa de ser como es. Pero a cuyos superiores habría que aplicar un serio correctivo.

Por no tener, no tiene ni gracia el pobre. Y suponiendo que sirva como carne de parodia y de gag, bien poca cosa es para todo el daño y el desconcierto que está generando su presencia. ¡Pero si en una de sus primeras comparecencias de este mes de febrero se atrevió a decir que no sabía cómo caía este año la Semana Santa, y por tanto poco podía decir de ese tema!

Lejos de indignarnos, la presencia Fernando Simón desde hace un año en nuestras vidas, día tras día, como la de tantos Fernandos Simones repartidos a lo largo y ancho de nuestras administraciones, en los contextos cotidianos de cada uno, nos sirven de alivio. Porque relativizan, y de qué manera, aquellos principios que sostienen que sólo se premia la valía y el talento. Y nos dicen que no somos tan tontos, vaya. Que sólo ha sido cuestión de (mala) suerte. Que estamos aquí como podíamos haber estado allí. Que más vale caer en gracia que ser gracioso.

Mientras Simón decía no saber en qué fechas caía este año la Semana Santa, un periódico de tirada nacional anunciaba su sueldo como director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, que no es otro que 5.462 euros mensuales, a los que hay que añadir tres pluses. De dinero público. Del fondo común. Y él, como tantos otros, creerá que los merece.

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