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Joaquín Rábago

Un libro que desnuda la retórica neoliberal del presidente Macron

El presidente francés Emmanuel Macron.

Interesante, por desmitificadora, la entrevista que hacen en el semanario “L´OBS” a la filósofa Myriam Revault d´Allonnes con motivo de la publicación de su último libro “El espíritu del macronismo” (1), en el que desnuda la retórica neoliberal del presidente Emmanuel Macron.

No es ni mucho menos la primera que lo hace: están, por ejemplo, los siempre lúcidos trabajos del economista Fréderic Lordon o el libro que publicó en 2019 el periodista Romaric Godin bajo el título de “La Guerra social en Francia: las fuentes económicas de la democracia autoritaria” (Ed. La Découverte).

En esa obra, Godin señalaba la persistencia en Francia de una economía híbrida en la que subsisten viejas formas de solidaridad –corporaciones, sindicatos, entre otras- que no parecen gustar demasiado al presidente por cuanto presentan un serio obstáculo a su programa radical de “reformas”.

Francia ha conocido siempre importantes movimientos sociales, como la gran huelga de 1995 contra la reforma de las pensiones y de la seguridad impulsada por Alain Juppé, el entonces primer ministro del presidente Jacques Chirac.

O, más tarde, la masiva movilización contra la ley de contratos para el primer empleo de Dominique de Villepin, también jefe de Gobierno con el mismo presidente, que permitía a un patrón despedir a sus jóvenes trabajadores sin necesidad de justificarlo.

Desde el primer momento, el líder de la República en Marcha manifestó su impaciencia con el “liberalismo de los pequeños pasos” y abogó por una reforma radical del sistema en la que la libertad del capital debía ser prioritaria.

La revolución política que defendía Macron debía ir acompañada de una revolución cultural: si cada uno aceptase el principio de la competencia y la justicia gracias a la economía de mercado, todos se esforzarían en encontrar un proyecto que los distinguiese y resultase útil para el consumidor, según analizaba Godin en su libro.

Para la filósofa Revault d´Allonnes, en el neoliberalismo en el que se inscribe el macronismo, el individuo se reduce “al cálculo de sus intereses y de su éxito personal”: se trata de un “empresario de sí mismo” que nada debe a los demás.

Es un sujeto “autónomo”, que deriva su actuación de sus propias leyes, es capaz de conseguir cualquier cosa mediante el esfuerzo individual: es eso que los norteamericanos llaman un “self-made man” (un hombre hecho a sí mismo) o, en la metáfora alpinista del propio Macron, “el primero de la cordada”.

“Creo en la cordada, declaró Macron en cierta ocasión, hay hombres y mujeres que triunfan gracias a su talento. Y si uno empieza a tirar piedras al primero de la cordada, todos los que forman parte de la misma se vienen abajo”.

Muchos vieron en aquellas palabras de Macron una descarada apología de los ricos, del éxito de los triunfadores, frente al resentimiento o los cochinos celos de las clases populares.

En ningún momento parece pensar Macron en el contexto social, en que muchos, la gran mayoría no ha tenido las mismas oportunidades que esos a los que tan impúdicamente alababa.

¿No se quejó también en otra ocasión el “presidente de los ricos”, como le llaman sus detractores, del “montón de pasta” que costaban unas políticas públicas que no estaban dando el resultado que cabía esperar?

Era el suyo un discurso similar al utilizado por los tories británicos o incluso por ciertos dirigentes del Partido Demócrata de EEUU, que culpan muchas veces a los pobres de su propia miseria.

Para Macron, explica Revault d´Allonnes, una “vida es exitosa en la medida en que el individuo es capaz de cumplir sus objetivos como si estuviese desconectado de lo social o si, en el caso de estar conectado, lo fuese sólo desde una perspectiva utilitarista”.

Tal lógica lleva, según la filósofa, a que el individuo crea no deber nada a la sociedad y, a la inversa, a que ésta tampoco se considere endeudada con aquél, lo cual equivale a hacer de la justicia sólo “una consecuencia de la prosperidad económica y no un principio o fundamento”.

Así “se invita a todos a conducir sus vidas y a asumir los riesgos de sus acciones. Sin tener en cuenta las condiciones reales ni la parte correspondiente a los riesgos incalculables de la existencia, se responsabiliza totalmente a los individuos de su situación, de sus éxitos o sus fracasos”.

“Para la racionalidad neoliberal todo resulta cuantificable y calculable. Pero ocurre que, con la pandemia, la política choca en cambio con la contingencia y la incertidumbre extrema. ¿Acaso se puede seguir así?”, se pregunta la discípula de Paul Ricoeur.

  1. “L´Esprit du Macronisme”. Ed. Seuil.

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