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Francisco Esquivel

Teoría de la comprensión

La vicepresidenta económica, Nadia Calviño.

Los hosteleros están tomando de nuevo las calles y, al respecto, ha deslizado Calviño: «Llevamos casi doce meses de crisis y es comprensible, ¿no?, que las personas estén preocupadas, que estén cansadas y creo que eso nos tiene que llevar a ser doblemente sensibles y doblemente empáticos». Para lo estricta que es con la subida del salario mínimo, lo espléndida que se muestra a la hora de empatizar.

  Alguien que no escuchase el marco expresado por la vice, es posible que pensara: «esta es la mía». Y es lo que hizo el fin de semana uno de 40 tacos al que, tras pararlo la poli para pedirle el justificante por el que cambiaba de provincia, el hombre blandió un recorte de periódico con referencia a que las necesidades básicas están permitidas y esgrimió que había quedado con su novia para hacerlo tras un mes sin catar esa bendición. No solo hubo de volverse sino que le cayó una buena multa. Se trata de un paisano de García Egea quien vino a decir no hace tanto que la victoria del señorito en el último congreso fue lo que posibilitó el cambio de rumbo para que algo dejara de oler a podrido en el partido sin que ni los marianistas ni los sorayistas ni nadie haya abierto la boca. De modo que, en el caso de que el hombre cazado por la autoridad a la hora de frenar sus impulsos hubiese mostrado el carné de la agrupación esgrimiendo que lleva dos décadas pagando la cuota y ni dios le ha explicado un gramo acerca del berengenal este por lo que para él era ya una necesidad básica poner distancia, tampoco habría colado. Dado que tiene casi su misma edad debería aprender de Teodoro.

  El que no necesita aprender nada porque anda convencido de sabérselo todo es Iglesias. El sacrificio que afronta al formar parte del Ejecutivo de una nación en la que según él «no hay situación de plena normalidad política ni democrática» es desgarrador. Y a los que se paró los pies, sin embargo, fue a un par de octogenarios que reservaron de estranjis una habitación de hotel en lugar de rendirles pleitesía. Ellos sí que suponen una referencia.

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